Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

Todas las guerras

16 de marzo de 2022

“Amado Dios, vivimos tiempos de inquietud… Lamentablemente no parece que puedas hacer mucho en nuestras circunstancias, en nuestras vidas. Tampoco te responsabilizo por ello. No puedes ayudarnos, pero debemos ayudarte a defender tu morada en nuestro interior hasta el final… Créeme; trabajaré sin descanso para ti y te seré fiel y nunca te apartaré de mi presencia”. Con estas palabras desconcertantes, pero ciertas, de Etty Hillesum, pudimos caer en la cuenta que orar por la paz es ayudar a Dios a que su paz se haga presente entre nosotros uniéndonos en nuestras vidas a ese proyecto suyo de paz[1].

Mi propósito era y es claro: proponer una orientación cristiana -o creyente en Dios sin más adjetivos confesionales- ante la amarga tragedia del pueblo de Ucrania. Espero poder ayudar algo a alguno. Para ello, junto al testimonio de Hillesum, aporto hoy el de Elie Wiesel. Un judío que padeció y sobrevivió a la misma tragedia: el holocausto nazi contra los judíos.[2]Donde Wiesel escribe Auschwitz, pongamos Ucrania

Maestro del Universo, vamos a reconciliarnos. Ya es hora.

¿Cuánto tiempo más podemos seguir peleados? Más de 50 años han pasado desde que la pesadilla acabó… ¿Y mi fe en ti, Maestro del Universo? … Mi fe ya no era pura…

En mi testimonio he escrito palabras duras, palabras que queman acerca del rol que desempeñaste en nuestra tragedia. Hoy no las repetiría. Pero las sentí entonces… en cada fibra de mi ser.

¿Por qué permitisTe, si no es que capacitasTe, al asesino día tras día, noche tras noche, para que atormentara, matara y aniquilara a decenas de miles de niños judíos?

… Estos pensamientos no estaban destinados a disminuir la culpa de los culpables… En mi infancia no esperé mucho de los seres humanos. Pero lo esperaba todo de Ti. ¿Dónde estabas, Dios de bondad en Auschwitz?…

… Hubo un momento en que empecé a plantearme si no estaría siendo injusto contigo. Después de todo, Auschwitz no fue algo que bajaba del cielo ya hecho. Fue concebido por hombres, ejecutado por hombres. Y su meta no era destruirnos sólo a nosotros sino a Ti también. ¿No deberíamos pensar en Tu dolor también? Mirar a tu hijo sufrir en manos de otros hijos ¿no te causaba sufrimiento también?…

… Vamos a reconciliarnos, Maestro del Universo. ¿A pesar de todo lo que pasó? Si, a pesar de todo eso. Vamos a reconciliarnos: ¿porque al niño que hay dentro de mí se le hace insoportable estar separado de Ti tanto tiempo?”[3]

«Por todas partes hay guerra hoy en día, hay odio (…) ¿Y qué queda? ¡Ruinas, quedan miles de niños sin educación, tantas muertes de inocentes! Y tanto dinero en los bolsillos de los traficantes de armas… Aquellos que hacen la guerra son malditos, son delincuentes. Benditos los operadores de paz… cuando todo el mundo, como ahora, está en guerra -una guerra mundial a pedazos, aquí y allá, y en todas partes- no hay justificación y entonces Dios llora… Nos haría bien pedir que se nos conceda la gracia de llorar por este mundo que no reconoce el camino hacia la paz. Llorar por aquél que vive para hacer la guerra y tiene el cinismo de decir que no la hace» (Homilía en Santa Marta. 19 noviembre 2015).

“También hoy, el Padre llora… ante las víctimas y también ante los traficantes de armas y ante todos aquellos que venden la vida de la gente. Nos hará bien pensar que nuestro Padre Dios hoy llora: llora por esta humanidad que no termina de entender la paz que Él nos ofrece, la paz del amor”. (Homilía en Santa Marta. 27 octubre 2016).

Al llegar a este punto de mi reflexión, veo que me he desviado de mi objetivo inicial. Por la riqueza de los textos ofrecidos sobre ‘OTRAS’ GUERRAS. Y por las palabras, no de hoy, de Francisco y su afirmación que recogí la semana pasadaTODA GUERRA deja al mundo peor que como lo había encontrado. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad” (27 febrero 2022). Estos textos me han llevado a pensar en ‘todas’ las guerras. También las no europeas. La europea, sin duda, nos coge más de cerca y nos afecta mucho más. Por eso estamos viendo y viviendo, con agradecimiento y esperanza, no como medalla a ponernos, esa solidaridad desbordada. Que dure y se extienda a TODAS LAS GUERRAS.

Esas ‘otras guerras’ las traigo con las palabras de alguien que las está viviendo en su propia carne y misión: Juan José Aguirre Muñoz (en la foto), cordobés, misionero comboniano, obispo de Bangassou (República Centroafricana). Necesitan ser escuchadas. Por eso las traigo, aunque alarguen este artículo:

“Esta guerra de Ucrania es horrible por los desastres que produce, las heridas que abre y el futuro incierto que crea. Hay unas 25 a 30 guerras o conflictos graves actualmente en el mundo, siempre horribles como la de Ucrania. La de Arabia Saudita contra el Yemen es abominable y encima allí no les damos las armas al agredido, sino que se las vendemos al agresor y le ponemos la alfombra roja cuando vienen a comprar fragatas de guerra, balas y fusiles automáticos.

Guerras de baja intensidad como la de Centroáfrica, en donde yo estoy metido hasta el cuello desde hace 10 años, guerras a cámara lenta, guerras en donde no se usan drones como en el Yemen o en Ucrania sino la violación colectiva de mujeres como arma de guerra, o el fuego o el hambre, sembrar el terror, en definitiva. Así pasa en la guerra del este del Congo que dura ya 30 años, guerra brutal por el control del coltán con el que fabricar los componentes electrónicos de los drones, entre otras muchas utilidades. En el norte de Mozambique, en Siria por el Isis, en Asia, en el norte de Burkina o en el Malí en donde el agresor es aún el infame estado islámico, una minoría de radicales que avergüenzan a millones de musulmanes moderados.

La agresión de paramilitares extranjeros, de corte islámico, en la más completa impunidad, siempre con fines económicos financiados y armados por terceros países, eso hemos vivido en Centroáfrica desde hace 10 años”.[4]

Reflexión inacabable y necesaria siempre. Como, por desgracia, son inacabables -necesarias, nunca- las guerras si no acogemos el proyecto de Dios y le ayudamos.


[1] .  Etty Hillesum (1914-1943), joven holandesa de origen judío que terminó sus días en el campo de concentración de Auschwitz el 30 de noviembre de 1943, a los 29 años. En su DIARIO (1941-43) muestra una experiencia religiosa impresionante vivida desde una experiencia dramática de sufrimiento en las tormentosas circunstancias de la persecución nazi a los judíos. El texto es del 12 de julio de 1942.

[2] Elie Wiesel (1928-2016). De portado a los campos de exterminio nazis de Auschwitz, Bikernau y Buchenwald, a los 15 años, sobrevivió, no así sus padres y su hermana menor. Premio Nobel de la Paz 1986.

[3] CARTA AL CREADOR DEL MUNDO.

[4] Religión Digital- 11.03.2022 

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