Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

Tiempo para la lírica

10 de mayo de 2023

Hace unos cuantos años (1983), el grupo musical español “GOLPES BAJOS” hizo famosa su canción Malos tiempos para la lírica. El título está sacado de un texto del dramaturgo alemán Bertolt Brecht (1898-1956).

Parece que hoy también son malos tiempos para la lírica. Malos tiempos para la belleza. Aunque la lírica y la belleza siguen trabajando y socavando esos malos tiempos. La lírica y la belleza no mueren, no pueden morir. A veces se las valora más, como debe ser, por parte de esa criatura que se llama ‘humana’.  También hay tiempos en que parece más olvidada. Son los malos tiempos para la lírica y, por tanto, para los humanos, para la humanidad.

La vulgaridad de algunos espectáculos que ofenden y ridiculizan agresivamente a personas, a instituciones religiosas o civiles, a la fe de unos o de otros; el ‘y tú más’ de políticos o grupos de todo tipo; las discrepancias religiosas que enfrentan a los de una misma fe con sensibilidades diferentes que, en lugar de no escucharse ni dialogar, podrían enriquecerse mutuamente con un diálogo fraterno, partiendo de la realidad actual religiosa y social. No con la ideología del siglo XIX, que ya pasó, ni con el futuro que aún no existe.

El pasado no se puede repetir ni añorar. Sí se puede aprender de él, valorar lo bueno que tuvo y hacerlo vivo y renovado hoy. El siglo XIX, que algunos parece que quieren repetirlo, ya pasó y, según historiadores de la Iglesia, no fue precisamente, en muchos aspectos, uno de los mejores siglos de su historia.

Ciertas ideologías conservadoras pretenden fundamentarse en el Concilio de Trento, que no fue precisamente un Concilio duro y cerrado, sino que respondió a su tiempo de hace 500 años. Un ejemplo que sigue llamando la atención a quien lo escucha o lo lee por primera vez: “El santo Sínodo enseña que este sacrificio es verdaderamente propiciatorio, y que por el mismo se hace que, si con verdadero corazón y fe recta, con temor y reverencia, contritos y penitentes nos acercamos a Dios, consigamos misericordia y encontremos gracia en auxilio oportuno (Hebr 4, 16). Pues el Señor, aplacado por la oblación de éste (sacrificio), concediendo la gracia y el don de la penitencia, perdona los crímenes y también los pecados más ingentes... (Ses. XXII, c. 2. Dz 940; DS 1743). Aunque, ciertamente, emplea el lenguaje teológico de su tiempo, como no podía ser de otra manera, su afirmación de que la Eucaristía perdona todos los pecados no es invento de Trento, sino reiteración de la gran Tradición de la Iglesia.

La lírica, para que siga trabajando, necesita también conocer lo mejor posible el pasado, no solo el de ayer mismo, sino lo más amplio posible. Y para no ponerle límites interesados o puramente ideológicos. Estos límites desvirtúan, cuando no matan, la belleza de la lírica.

Nadie hay más lírico que Jesús. Ningún escrito superará, para un cristiano, la lírica del Evangelio.

Hay muchas virtudes humanas que fomentan, mantienen y hacen crecer la lírica que necesitamos para vivir una vida digna y con sentido.

Un ejemplo de lírica diaria y sencilla: la lírica para con los demás y con la vida es simplemente atención y generosidad. Cuando la lírica se va por la ventana, se abren todas las puertas al desorden, a la vulgaridad, a la ignorancia.            

Y un texto de Agatha Christie, aunque no diga la palabra ‘lírica’, que nos puede ayudar a valorar lo lírico. Lo escribió después de descubrir las costumbres que regían en cierta tribu de beduinos, `primitiva e iletrada, cuyos modales eran impecables. “Y no son enseñados, sino naturales. Hasta que llegué aquí, nunca puede imaginar que la cortesía, sea aprendida o intuitiva, fuese tan deseable como insustituible”.[1]


[1] CARMEN POSADAS. Jane Austen y Agatha Christie como síntoma. XL SEMANAL. Nº 1853. 30 abril al 6 mayo 2023.

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