Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

Somos sinfonía

10 de agosto de 2022

Como la sinfonía necesita de cada nota,

como el libro necesita de cada palabra,

como la casa necesita de cada piedra

,como el océano necesita de cada gota de agua,

como la cosecha necesita de cada grano de trigo…

la humanidad entera necesita de ti,allí donde estés,

porque eres único, y por tanto, irreemplazable.[1]

                Cada uno de nosotros somos una nota de esa bella sinfonía que formamos los seres humanos, la naturaleza, la historia y Dios. Aunque para algunos, y tienen sus razones para ello, piensen que el compositor, el autor, es desconocido. Pero todos, con un mínimo de sensibilidad, sabemos que tenemos la fuerza y la debilidad de ser una nota de esa impresionante sinfonía.

“No olvidemos que somos “UNA NOTA, UNA PALABRA, UNA GOTA, UN GRANO”. Poca cosa, sí, pero necesaria”. Así concluía mi colaboración la semana pasada.

                Por eso, “mejor conectados”, entrelazados, unidos y diversos, para que la sinfonía sea posible y suene bien, con armonía que deleita y enamora.

                Seguimos y continuamos lo que Alberto[2], maestro rural gallego, y sus muchachos llamaron “Nuestra propia Constitución”, que comenzamos a conocer la semana pasada. Para mejorar, nos dicen, como personas y como sociedad. Y yo lo aporto aquí, repito, porque esta acción de Alberto y sus muchachos es un buen y humilde ejemplo para fortalecer e interpretar esa sinfonía que somos. Y ellos nos dejaron su nota.

  • Respetar la palabra dada. Ser consecuente con lo positivo que nos proponemos y ofrecemos a los demás.
  • Sonreír. Aun cuando no haya motivos, ejercitar la sonrisa.
  • Jamás dejar de demostrar a quienes queremos lo especiales que son en nuestra vida.
  • No prejuzgar a nadie. Nunca. Desterrar el enfrentamiento y la más mínima violencia.
  • Ser agradecidos siempre con todo y por todo, con aquellas personas que nos han dado su tiempo, su amor incondicional…
  • Aprender a perdonar, a no recordar, ni a nosotros ni a los demás, los errores propios o ajenos. Pero no olvidarlos para aprender, para no repetirlos. Sobre todo, si son propios.
  • Ejercitar las convicciones propias. No dudar en defenderlas, pero, al mismo tiempo, tener la mente lo suficientemente abierta para escuchar otras opiniones y la inteligencia para ver en qué medida cuestionan o enriquecen a las propias.
  • No dejar pasar un día sin buscar la nuevo y bello que nos regala, que nos ha regalado.
  • No permitir, por inacción u omisión, que alguien resulte dañado por otra persona.
  • Nunca elevar la voz, ni para defender las ideas propias, ni para atacar las ajenas.
  • Aprender a distinguir lo que es importante y lo que no lo es tanto, para actuar en consecuencia.
  • Ser amable, cortés y educado. No buscar agradar a todo el mundo, pero saber estar con todos.
  • Reconocer que al igual que nos consideramos únicos, los demás también lo son. Y merecen respeto.
  • Aprender a diferenciar entre capricho y necesidad.
  • “Artículo 20: Esta constitución es susceptible de reformas y agregados, siempre que estos contribuyan a hacer más feliz la propia vida, no impidan que los demás lo sean y demuestren después de un tiempo prudencial, que enriquecen la vida”.

Termina nuestro maestro rural, Alberto, con una frase de Enrique Barón que, dice Alberto, dejó muy impactados a los alumnos: “En griego la palabra sinfonía significa acuerdo y un buen acuerdo siempre lleva a la armonía”.

A mí me ha recordado que el papa Francisco afirma con frecuencia que el Espíritu Santo es armonía. Reparte dones diferentes para que se unan armónicamente. Y he encontrado este texto: “Somos diferentes en la variedad de cualidades y dones. El Espíritu los distribuye con imaginación, sin nivelar, sin homologar. Y a partir de esta diversidad construye la unidad. Lo hace desde la creación, porque es un especialista en transformar el caos en cosmos, en poner armonía. […[ Mezcla diferentes tonos en una sola armonía, porque ve sobre todo lo bueno, mira al hombre antes que sus errores, a las personas antes que sus acciones” (Homilía Pentecostés – 9 junio 2019).

No olvidemos que somos “UNA NOTA, UNA PALABRA, UNA GOTA, UN GRANO, UNA PIEDRA DE LA CASA”. Poca cosa, sí, pero necesaria para que sinfonía y armonía vayan inseparablemente unidas. Proyecto que coincide con el sueño de Dios, con la sinfonía de Dios.


[1] Michel Quoist. ORACIONES PARA REZAR POR LA CALLE. Sígueme 1954

[2] Artículo-carta del 15-11-21 en el periódico LA RAZÓN. Y titulado: “Mejor, conectados”.

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