Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

Si fueran cerdos…

9 de febrero de 2022

La foto de ahí abajo es de finales de enero. Llegada al puerto de Motril (Granada. España) de 41 inmigrantes subsaharianos. No es la foto peor del hecho de la emigración sin papeles, por hambre, por necesidad, buscando un futuro digno para ellos y los suyos. Las hay peores. Cuando reflejan la muerte,

Es foto de una de esas noticias que ya no ocupan primeras ni importantes páginas en los periódicos. Hay que buscarlas en rincones escondidos. Y ya ni aparecen normalmente en los telediarios.

Noticias de tragedias sangrantes, inhumanas, escandalosas, vergonzosas ante que, gracias a muchas organizaciones civiles y de la Iglesia, podemos mirarlas y reaccionar humana y dignamente. Noticias de muertes que importan poco o nada a muchos. Desde las altas esferas socio-políticas hasta ciudadanos a pie de calle. Como tú. Como yo.

Impresionan los datos ofrecidos por la Asociación Pro Derechos Humanos en Andalucía (APDH-A) en su Balance Migratorio Frontera Sur 2021[1]. Mueren más personas en pateras tratando de llegar a España entrando por Andalucía que en accidentes de tráfico. En 2021 murieron en España 1.004 personas por estos accidentes. Terrible y penoso, aunque tristemente normal en nuestra tecnificada sociedad.

Pero con relación a los inmigrantes subsaharianos fallecidos, hemos llegado a un nuevo y “cruel” récord histórico: Al menos 2.126 personas fallecieron en la ruta migratoria hacia España, tratando de llegar a Andalucía: un 24% más que el año anterior. Y esto no se debe a nuestra tecnificada sociedad, sino a nuestra inhumana, injusta e inhumana sociedad. Sin olvidar nunca las cosas buenas y bellas que se dan en ella y entre nosotros. En abundancia.

Estamos ante la cifra más alta desde que existen registros sobre inmigración desde 1988. En 2021 han sido rescatados un total de 1.457 cadáveres y 669 personas se encuentran desaparecidas, según el seguimiento anual realizado por la organización. La entidad tiene “la certeza de que el número de personas desaparecidas es muy superior. No es arriesgado estimar la escalofriante cifra de 4.000 personas, víctimas de la migración irregular en la Frontera Sur en el año 2021?.

Y un dato más terrible todavía. APDH-A considera de vital importancia la existencia de un protocolo de identificación de las víctimas de las fronteras, que “palíe el sufrimiento de las familias y el laberinto burocrático al que se las somete sin una determinación oficial de muerte o desaparición de su familiar, lo que tiene obvias implicaciones en sus países para la protección de cónyuges o menores a cargo”.

La asociación APDH-A señaló que el mayor número de víctimas se ha producido «en la ruta canaria, donde han perdido la vida 1.332 personas. Es allí donde se han producido las mayores tragedias, ya que durante la travesía han perdido la vida varios niños y niñas e incluso mujeres han dado a luz en la patera».

Y en Canarias el 2 de febrero. Se recuperó un cadáver de una neumática que se hundía en Fuerteventura. Salvamento marítimo rescató 39 supervivientes, un fallecido y un herido, en cambio los ocupantes han advertido que hay otras 16 personas desaparecidas, de las que no se han podido recuperar sus cuerpos

Un final más que amargo: La organización no gubernamental Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR – Canarias) lamentaba la muerte de Amina, de 2 años, que el 25 de enero murió ahogada junto a 18 adultos en las mismas aguas de la tragedia del 2 de febrero. Hasta aquí algunos hechos vergonzosos de nuestra actualidad.

Justo unos días antes, en el comentario a Mc 5,1-20 (el endemoniado geraseno y los 2000 cerdos) proclamado en la Eucaristía del 31 de enero, leí: “Si fueran cerdos los miles de personas que se ahogan en el Mediterráneo tratando de llegar a nuestras costas huyendo del hambre y de la guerra, creo que los políticos ya habrían buscado una solución. Apelando al coste económico y ecológico, habrían promulgado un plan de choque para impedir que volviera a ocurrir un solo naufragio. Pero hoy, como en tiempos de Jesús, la vida de un hombre no vale más que la de un cerdo. Los gerasenos vieron al hombre salvador por Jesús, pero no era eso lo importante para ellos, sino los cerdos que habían perdido, por lo que lo echaron de su país. Dios no piensa como los hombres. Para él, cada uno de nosotros somos un tesoro que vale su propia sangre”.[2]

¿Alguien lo puede decir más claro y más alto? ¿Y menos ‘políticamente correcto’? Porque lo políticamente correcto está en la lucha por ver quién puede más, Oriente u Occidente; llevar el resultado del BenidormFest al Parlamento; cambalache y equivocaciones para aprobar por un voto de diferencia una importante ley; insultos para ver quién gana en Castilla y León; acciones y decisiones parlamentarias ideológicas sin ningún enrojecimiento de rostro y con intenciones no declaradas; aprovecharse de la ‘España vaciada’ para rascar algún voto; nadar y guardar la ropa…

Todo esto sucede cuando ponemos a los ‘cerdos’ de cualquier clase en el centro de todo y no a la persona humana. Incluyámonos todos: yo, tú, nosotros, la sociedad, los políticos, la Iglesia… de lo contrario, todo seguirá siempre igual. Ya nos lo dijo Alguien: “O Dios o el dinero” (cfr. Mt 6,24). La persona humana o el dinero. No hay otra alternativa. Aunque queramos cambiar la ‘o’ por la ‘y’. A lo que ese Alguien dijo: ‘no’. Intento, por otra parte, ya viejo. Pero siempre falso y con graves consecuencias.


[1] LA RAZÓN – 02-02-2022. Todos los datos están obtenidos de esta información.

[2] Antonio Moreno Ruiz. EVANGELIO POPULAR 2022. 31 enero. Pág. 44.

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