Probablemente son los dos últimos presbíteros ordenados en España. Fue el pasado 11 de abril. Y, coincidencia simpática, pertenecen a dos diócesis unidas por un santo. Uno de los ordenados es de la Diócesis de Zamora (Juanjo Carbajo) y el segundo de la de Tarazona (Nahúm Inestroza). Nos une San Atilano, hijo de Tarazona y obispo de Zamora.
Por este gozoso acontecimiento, en el que recibieron el don del presbiterado, los dos han sido entrevistados en sus diócesis por las responsables de la delegación de medios de comunicación social. Sus respuestas son el motivo de este comentario de hoy,[1] apoyado en afirmaciones del Papa Francisco.
A los 4 años de haber celebrado mis Bodas de Oro presbiterales, me alegra leer estas declaraciones. Las veo no solamente desde la ‘ilusión y el fervor’ por el don recibido y esperado, que todos los presbíteros hemos vivido en su día y que Nahúm y Juanjo no se lo guardan en el bolsillo. Quiero ver en ellas, así me lo parece, una visión realista y esperanzada del mundo, de la Iglesia y del presbítero. Lo que se puede decir en una sencilla entrevista.
Nos dice Nahúm: “Esta época no es mejor ni peor que otra, simplemente es distinta, pero es propicia para la evangelización, es una época que exige testigos de Cristo; hombres apasionados por el amor de Dios, que contagien la fe y la esperanza y la alegría de ser cristianos viviendo según la voluntad de Dios Padre”.
Frente a visiones negativas de la situación de nuestro mundo en parte del clero y de muchos cristianos, ver nuestra época como “propicia para la evangelización” me parece una bella y profunda afirmación. Manifiesta confianza en la acción del Espíritu hoy, que nos pide ser “hombres apasionados por el amor de Dios”. Y poder así ‘contagiar’ “la alegría de ser cristianos”. Me ha recordado esta frase rotunda de Andrea Riccardi: “Un tiempo no cristiano es buen tiempo para ser cristiano”.
Y también a Francisco: “No se os pide… que imaginéis las plazas ‘prestigiosas’ que seguramente el obispo querrá encargaros a vuestro regreso… No, ¡esto no! Esto es fantasía. Se trata más bien de amar a esta comunidad concreta, de servir a los hermanos que Dios ha puesto a vuestro lado -¡y no chismorrear de ellos!- de aprovechar las oportunidades de formación pastoral que se os brindan”. (DISCURSO A LA COMUNIDAD DEL PONTIFICIO COLEGIO FILIPINO. 22 de marzo de 2021)
Juanjo nos ofrece realismo. Preguntado por qué están tan distanciados los jóvenes de la Iglesia, responde: “Quizá al cura le falte un poco de calle y al fiel un poco de Iglesia. A veces da la sensación de que el cura es una persona que “pisa la calle” casi de puntillas, como si el mundo fuera una realidad paralela a su vida y eso la gente lo percibe”. Respuesta de Juanjo que retrata, me parece, nuestra situación actual. A Juanjo le preguntan por los jóvenes, su respuesta es válida para todos. Consecuencia: hay que salir a la calle para que algunos encuentren la Iglesia, a Jesús.
Y Francisco ha dicho: “Y sólo dejándonos modelar por Él se intensifica nuestra caridad pastoral, donde nadie queda excluido de nuestra solicitud y oración. Además, esto nos impide recluirnos en casa, o en la oficina o en pasatiempos, y nos anima a salir al encuentro de la gente, a no quedarnos quietos. A no clericalizarnos. No se olviden que el clericalismo es una perversión” (DISCURSO A LA COMUNIDAD DEL PONTIFICIO COLEGIO MEXICANO. 29 de marzo de 2021). Más fuerte y claro Francisco que Juanjo.
¿Qué significa hoy ser cura, Juanjo? “Ser hombre de comunión ¡qué necesario se ha vuelto esto en nuestra sociedad! El sacerdote está llamado a generar comunión, comunidad, parroquia. Un sacerdote no puede ser factor de discordia, ni de enfrentamiento. ¡Qué importante es ser de todos! Cuando un sacerdote vive expropiado para darse a los demás, desde su centro que es Dios, todo el mundo entiende qué es ser cura”. Y también, añado yo, con la comunión afectiva y efectiva entre los presbíteros.
Y Francisco: “Ser servidores de la comunión y de la cultura del encuentro. Permítanme decir que debemos estar casi obsesionados en este sentido. No queremos ser presuntuosos imponiendo “nuestra verdad”. Lo que nos guía es la certeza humilde y feliz de quien ha sido encontrado, alcanzado y transformado por la Verdad que es Cristo, y no puede dejar de proclamarla” (Homilía a obispos, sacerdotes, religiosos y seminaristas. Río de Janeiro. 27 de julio de 2013).
“A imagen del Buen Pastor, el cura es hombre de misericordia y de compasión, cercano a su gente y servidor de todos. Este es un criterio pastoral que quisiera subrayar mucho: la cercanía. La proximidad y el servicio, ¡pero la proximidad, la cercanía! Todo aquel que se siente herido en su vida, por cualquier motivo, puede hallar en él atención y escucha…” (Discurso a los párrocos y sacerdotes de la Diócesis de Roma. 6 marzo 2014).
A pie de calle: acogiendo, escuchando, sosteniendo, animando, acompañando… para facilitar el encuentro del hombre y de la mujer de hoy con el Señor y con los hermanos. No desde un altar lejano, ritualista, vacío de palabras sanantes y esperanzadoras… Sí un altar que venga de la calle, se encuentre con el Señor y envíe a la calle.
[1] NAHÚM INESTROZA en la Publicación semanal “Iglesia en Tarazona”. N° 31. 11 abril 2021. JUANJO CARBAJO en rev. Ecclesia, consultada en Internet 14 abril 21.