“..donde está, muerte, tu victoria? 1ª cor. 15, 55
Llega la Semana Santa, la Pascua. Ya está ahí un año más. Es la ruta del cristiano que va tejiendo anillo a anillo su incorporación a Cristo, siguiendo su vida, pasión y muerte y su Resurrección que es también la de su Cuerpo Místico, nosotros.
¡Maravilloso!
Pero en este caminar todos nos encontramos con una realidad frontal y feroz: la muerte.
Nos la recuerdan en nuestro país las preciosas cofradías que nos guían paso a paso por la pasión y muerte de Jesús.
Nos la recuerdan nuestros seres queridos y conocidos que se van y nos dejan con dolor y desorientación.
Mi experiencia es que se me han muerto padres, marido, un hermano, una hija joven, muchos amigos y pacientes, conocidos muy queridos…. y bajando el nivel cuatro perros que me han ido acompañando en la vida. En mi caso hasta un geranio que se muere siento una pérdida: hay muerte, veo el final.
Y no, no es el final! Dios ha llamado a la vida al hombre, no solo al cuerpo sino al hombre total, cuerpo y alma y VIVIR eternamente es digno del hombre y digno de Dios: es su verdad. Dios quiere la comunión con el hombre para siempre.
La muerte pone a prueba la fidelidad de Dios. La resurrección habla de la calidad de su AMOR.
Para eso vino el Hijo, Cristo, que murió y resucitó y vive y hace vivir: “hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Luc. 23, 43). Y ni siquiera le pregunta si ha sido bueno o malo…solo le escucha. El poder de Dios nos supera, quiere a sus hijos y la resurrección de Cristo no es un acontecimiento encerrado en sí mismo sino por y para los hombres según mi profesor de teología E. A.
Hombres y mujeres. Resucitarán justos y pecadores. Dios no crea para un rato sino para la eternidad porque Cristo no estará completo hasta que resuciten todos sus miembros para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios, según Rm. 8, 21
Esto y únicamente esto es lo que vamos a celebrar y estamos celebrando esta santa Semana: RESUCITÓ LA CABEZA, RESUCITA AL CUERPO.
Nosotros estamos destinados a vivir y a sembrar vida. Y sembrar vida es llevar esperanza, amor, buena noticia a todos: esclavos de sí mismos y libres, ricos y pobres, buenos y “malos”.
¡RESUCITÓ! ¡VIVE!
¡Vives, vivirás!
FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN