Mientras escucho la canción «¿Quién?» de Luis Guitarra, muy recomendable en estos tiempos tan faltos de esperanza, me pregunto: ¿Quién protege y defiende, hoy, a los menores migrantes no acompañados en nuestro país?
Y me resisto a emplear el argot técnico, conocido como ‘MENA’; por la connotación despectiva y negativa, con la que algunas personas han querido instrumentalizar y utilizar este sector de infancia, presente en nuestra sociedad, para una clara manipulación política.
Realmente, resulta muy triste acercarse a los debates políticos de estos días, en el panorama local y nacional, y escuchar que, la estabilidad parlamentaria del país, depende de, si todas las Comunidades Autónomas, están dispuestas a acoger un porcentaje o cantidad determinada de esta población infantil, llegada a nuestro país, en unas pequeñas embarcaciones llamadas cayucos, a las Islas Canarias o, a través, de la frontera sur de España, en la ciudad de Ceuta o en la de Melilla.
Y si estamos hablando de personas, que además son menores de edad, con unos derechos reconocidos en convenios internacionales para la defensa de la infancia; ¿cómo podemos referirnos a ellos, en función de competencias autonómicas, de aprobación de presupuestos, de mayorías parlamentarias o de acuerdos de estabilidad? ¿No estamos hablando de niños? ¿Dónde queda la conciencia, la honestidad y el sentido común de una clase política, que se atreve a “jugar” con el presente y el futuro de unas personas menores de edad? Pero claro, si el presidente de un país importante, se atreve a cuestionar la ciudadanía de estos niños nacidos en su propio país y, según su constitución, ciudadanos por derecho de nacimiento; qué no vamos a hacer en el terruño propio…
Lo más doloroso, es el silencio cómplice de buena parte de la sociedad civil, ante este ataque indiscriminado hacia la ética, la moralidad y los valores democráticos de nuestra sociedad española. Y, ante este sector tan vulnerable de población que representan estos menores de edad migrantes, ¿cuál ha sido la postura, el posicionamiento de la Iglesia española, ante este tema de candente actualidad?
Probablemente, si Jesús de Nazaret viviera en este tiempo, también sería recriminado por muchos de los que se dicen seguidores suyos, por acoger, proteger, promover e integrar a estos menores, en la sociedad de nuestro tiempo: “Entonces le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban. Jesús dijo: «Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos». Les impuso las manos y se marchó de allí”.
Llama la atención el casi total desconocimiento, para buena parte de los cristianos de nuestras iglesias particulares, de un documento de la doctrina social relativo al acompañamiento de niños y jóvenes migrantes menores de edad.
Entre las pistas que nos ofrece esta pequeña joya para promover, en parroquias, comunidades acogedoras para jóvenes, niños y niñas migrantes, destaca una de gran audacia evangélica: “Discernir y promover empadronamientos en domicilios particulares y de comunidades religiosas, modelos de acogida y hospitalidad, patrocinio comunitario en el que puedan participar personas o grupos de las parroquias o de la zona”.
Es evidente las repercusiones eclesiales y sociales que tendría materializar esta propuesta.
Con respecto a la acogida, se recoge, por primera vez, en este documento eclesial de 2021, el término acuñado por ACNUR y la ONG Save the Children: “Menor separado”. Con él se pretendía “visibilizar más aún la situación de estos jóvenes, los cuales no solo se encontraban en el país de acogida separados de sus familias, sino también de la cultura de su país de origen”.
Entre los principios fundamentales, en los procesos de acompañamiento de estos menores migrantes, se destaca, también, en esta Guía: “Fomentar y promover recursos de acogida residenciales, donde se realice una intervención integral que garantice las necesidades básicas de la persona, la protección, el acompañamiento, promoción y la integración de las personas. Espacios de acogida y escucha (Centros de Día)”.
Sabemos, por experiencia, que la polarización política ya está dentro de nuestra propia comunidad cristiana; pero no por ello, debemos seguir callando y fomentando un silencio cómplice con quienes quieren seguir incrementando el conflicto y el enfrentamiento dialéctico, utilizando a las personas más vulnerables que se encuentran entre nosotros: los niños y jóvenes menores de edad y migrantes, separados de sus familias y en un país y en una cultura que no es la suya propia.
Algunas voces, cercanas a nosotros, han comenzado a ser altavoz en defensa de la dignidad de estos nuevos excluidos. Las palabras del Obispo de Teruel, D. José Antonio Satué, pronunciadas ante la llegada de un grupo de migrantes de Mali, al pueblo de Mora de Rubielos, en la diócesis de Teruel y Albarracín, el pasado mes de septiembre; pueden ayudarnos a los creyentes que sentimos temor a la hora de manifestarnos y proclamar, desde la denuncia profética, que la dignidad de todo ser humano -especialmente de un menor de edad-, es una línea roja que nunca deberían haber cruzado, aquellos que han sido elegidos para buscar el bien común y servir al conjunto de la ciudadanía.
Hace pocos días, el papa Francisco, proclamaba en un discurso ante los líderes mundiales que participan en la cumbre sobre los derechos del niño:
“Hay millones de niños migrantes, a veces con familias, pero a menudo solos: el fenómeno de los menores no acompañados es cada vez más frecuente y grave (…). Muchos niños mueren como emigrantes en el mar, en el desierto o en las numerosas rutas de viajes de «desesperada esperanza» (…). No podemos aceptar acostumbrarnos a esto. Ciertas dinámicas mediáticas tienden a insensibilizar a la humanidad, provocando un endurecimiento general de las mentalidades. Corremos el riesgo de perder lo más noble del corazón humano: la piedad, la misericordia”.
Aún hay tiempo de que más voces, creyentes y proféticas, anuncien y proclamen que la protección de todo menor de edad, independientemente de su origen, es condición indispensable para quien, hoy, se define como seguidor de Jesucristo.
https://youtu.be/OwIbjSAdpeoç- Mt 19, 13-15.
- DEPARTAMENTO DE MIGRACIONES DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, “Niños, niñas y jóvenes migrantes solos. Cómo acompañar desde la Iglesia” (14-12-2021) pp. 45.5.43.
- «Hay que mirar a estas personas con el corazón, haciéndonos cargo de todo lo que han sufrido, tanto en sus países de origen como en el camino hasta aquí». «Es momento de rezar y trabajar juntos, despolitizando y desideologizando este drama humanitario, fomentando el encuentro y promoviendo una acogida integral», disponible en https://alfayomega.es/jose-antonio-satue-hagamonos-cargo-de-lo-que-han-sufrido-los-migrantes-en-el-camino-tortuoso/.
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2025/february/documents/20250203-summit-diritti-bambini.html