Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

Qué actual es el Concilio

26 de octubre de 2022

60 ANIVERSARIO DE LA APERTURA DEL CONCILIO VATICANO II (2)

Jesús, Iglesia, Amor, Concilio. No puede quedar m ás claro. Juguemos seriamente con estas cuatro ¿palabras o más que palabras? Seguimos. Así terminábamos el miércoles pasado. Y seguimos con la entrañable y vigorosa homilía que Francisco le dedicó al Vaticano II, el pasado 11 de octubre en el 60 aniversario de su apertura.

Pero, entre miércoles y miércoles, nos hemos encontrado con una hermosa llamada a valorar este Concilio. Y viene de la pluma del Papa emérito Benedicto XVI en una carta al padre Dave Pivonka, presidente de la Universidad Franciscana de Steubenville (Estados Unidos): “Cuando el Papa Juan XXIII lo anunció, para sorpresa de todos, había muchas dudas sobre si tendría sentido, es más, si sería posible en absoluto, organizar las ideas y las cuestiones en el conjunto de una declaración conciliar y dar así a la Iglesia una dirección para su camino posterior. En realidad, un nuevo concilio resultó ser no sólo significativo, sino necesario… Entretanto, la necesidad de reformular la cuestión de la naturaleza y la misión de la Iglesia se ha ido haciendo patente. De este modo, la fuerza positiva del Concilio también está emergiendo lentamente”.[1] Entonces fue ‘necesario’ y su `fuerza positiva´ continúa emergiendo, en palabras de Benedicto.

                Hecho este oportuno inciso, continuamos con la valoración del Vaticano II por parte de Francisco. Su entusiasmo por el Concilio queda totalmente claro: “Hermanos, hermanas, volvamos a las límpidas fuentes de amor del Concilio. Reencontremos la pasión del Concilio y renovemos la pasión por el Concilio”.No solo ‘entusiasmo´, ‘pasión’ reencontrada y renovada. ¿Tenemos, pues, que reencontrar y renovar esta pasión porque la hemos perdido? Alegría y amor

                ´Redescubrimos´ el Concilio, según Francisco, cuando unimos alegría y amor. “El Concilio indica a la Iglesia esta ruta: la hace volver, como Pedro en el Evangelio, a Galilea, a las fuentes del primer amor, para redescubrir en sus pobrezas la santidad de Dios… Para volver a encontrar en la mirada del señor crucificado y resucitado la alegría perdida, para concentrarse en Jesús. reencontrar la alegría, una iglesia que ha perdido la alegría ha perdido el amor… Que en la Iglesia viva la alegría. Si no se alegra se contradice a sí misma, porque olvida el amor que la ha creado. Y, sin embargo, ¿cuántos entre nosotros no logran vivir la fe con alegría, sin murmurar y sin criticar?Una Iglesia enamorada de Jesús no tiene tiempo para conflictos, venenos y polémicas.”.

                Después de ‘mirar’ y ‘concentrarse en Jesús’, “la segunda mirada que nos enseña el Concilio, la mirada en el medio, estar en el mundo con los demás y sin sentirnos jamás por encima de los demás, como servidores del Reino de Dios”.

                En este momento de su homilía, Francisco hace una afirmación contundente pasando del ¿me amas? al ¡apacienta!: “¡QUÉ ACTUAL ES EL CONCILIO!” Lo sorprendente y llamativo, en mi opinión, es que Francisco, en el momento de recordar la actualidad del Concilio, lo concreta así: “Estar en medio del pueblo, no por encima del pueblo. Este es el feo pecado del clericalismo que mata a las ovejas, no las guía, no las hace crecer, mata. Qué actual es el concilio, nos ayuda a rechazar la tentación de encerrarnos en los recintos de nuestras comodidades y convicciones”. Y añade sobre la ‘actualidad’ del Concilio: “Apacienta: la Iglesia no celebró el Concilio para contemplarse, sino para darse”. La Iglesia, por tanto, “no debe sobresalir ante los ojos del mundo, sino servir al mundo. No lo olvidemos: el Pueblo de Dios nace extrovertido y rejuvenece desgastándose, porque es sacramento de amor”.

                Y, por último, nos urge Francisco: “VOLVAMOS AL CONCILIO que ha redescubierto el río vivo de la Tradición sin estancarse en las tradiciones… Volvamos al Concilio para salir de nosotros mismos y superar la tentación de la autorreferencialidad, que es un modo de ser mundano. Apacienta, repite el Señor a su Iglesia; y apacentando, supera las nostalgias del pasado, la añoranza de la relevancia, el apego al poder, porque tú, Pueblo santo de Dios, eres un pueblo pastoral, no existes para apacentarte a ti mismo, para trepar, sino para pastorear a los demás, a todos los demás, con amor. Y, si es justo tener una atención particular, que sea para los predilectos de Dios, es decir los pobres y los descartados; para ser, como dijo el Papa Juan, «la Iglesia de todos, en particular la Iglesia de los pobres».

                Esta homilía de Francisco es toda una teología sobre la Iglesia y el ‘modo’ de su actuación pastoral en el mundo, de su servicio gratuito de entrega al mundo. Refleja una espiritualidad eclesial de afecto a la Iglesia ‘que existe’ para ir acercándola poco a poco a la Iglesia que quiso Jesús.

                Todos los católicos estamos llamados a pensar y vivir la Iglesia y en la Iglesia mirándonos en el Evangelio, en Jesús, como creo que intenta hacer Francisco. Y, probablemente de modo especial, los que hemos recibido el sacramento del Orden y seguimos pensando y actuando según el más claro y rancio clericalismo,“el feo pecado del clericalismo que mata a las ovejas, no las guía, no las hace crecer, mata”. Sí, las mata porque convierte a los hermanos y hermanas -sobre todo, hermanas- en obedientes, callados y sumisos espectadores. Cada vez menos, gracias al Espíritu y a pesar del clericalismo que se resiste a desaparecer.

                Nos queda todavía una coda final de esta llamada de Francisco a volver a la ‘actualidad’ del Vaticano II.  Coda para el miércoles que viene.


[1] Zenit. 20.10.2022. RD 21 oct.

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