Si el ser humano no se hubiera hecho preguntas, y si no siguiera haciéndoselas, el mundo no habría avanzado. Si en la Iglesia no nos hacemos preguntas, nos estancamos o seguimos con la cabeza vuelta hacia atrás. Preguntas que le hacemos al Evangelio desde la realidad cambiante de la humanidad. Preguntas que hacemos desde el Evangelio a esa misma realidad. Abren. Quien no pregunta y repite lo de siempre, se ha estancado. Cierran. Este es uno de los párrafos de mi artículo de la semana pasada: DIOS AMA LAS PREGUNTAS.
Siempre hemos dicho los cristianos de a pie, los teólogos, el Magisterio, a través de nuestros dos mil años de historia, que la Iglesia debe estar siempre en estado de reforma, “semper reformanda”. Y ya los Santos Padres nos dijeron osadamente que era, a la vez, santa y pecadora, “casta meretrix”. Para ser más santa y menos pecadora, necesita reformarse, convertirse. Conversión personal de cada cristiano en nuestra vida concreta para ser mejores transparencias y reflejos del Evangelio, de Jesús, en nuestra vocación y misión concretas dentro de la Iglesia. Conversión pastoral de toda la Iglesia y de sus organismos ministeriales, pastorales, institucionales, organizativos.
Conversión pastoral que, entre otros aspectos, necesita creatividad según los signos de los tiempos y ante la realidad socio-eclesial que cambia continuamente. La vida humana y la vida cristiana son ‘historia viva’, no repetitiva, siempre adelante con aciertos y equivocaciones. Para nosotros, cristianos, es una historia viva iluminada por el Espíritu Santo, que camina hacia las bodas eternas con la Santa Trinidad.
Lo opuesto a la conversión es la ‘rutina pastoral’, el hacer siempre lo mismo, esperar a que vengan y repetir ‘perezosamente’ los medios que ya no sirven hoy. La rutina pastoral se impone cuando nos empeñamos en mantener los modelos heredados, buenos y creativos en otro tiempo, pero inoperativos hoy.
Toda conversión, la personal y la pastoral, para que vaya llegando, necesita preguntarse. La conversión pastoral requiere absolutamente valorar, examinar, discernir, lo que existe y descubrir lo que debe permanecer y lo que debe ser cambiado.
“La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del «siempre se ha hecho así». Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades”. (Francisco, Evangelii gaudium, 33)
En este momento quiero hacer un poco de ‘historia’ (por decirlo de alguna manera) sobre el tema de preguntarse en la Iglesia. Esta historia ha llegado en este momento a esta afirmación: “Recordemos que nunca hay que responder a preguntas que nadie se hace” (ibidem 135). En esto está el clericalismo, tanto presbiteral como religioso y laical. Defender o predicar sobre cuestiones que a nadie interesan ni preocupan, no por pasotismo o ‘amoralidad’, sino porque carecen de importancia o han sido superadas.
Mi pequeña historia comienza en 1971, desde aquel lejano y permanente ‘santa y pecadora’ patrístico hasta: “Quienes están comprometidos en la acción pastoral no pueden «equivocarse de siglo»[1]. Para no equivocarse de siglo, hay que aceptar el tiempo que vivimos con sus sombres y luces y hacerse preguntas.
“Me espanta –dijo el P. Arrupe– que podamos dar respuestas de ayer a los problemas de mañana”[2]. Sí, es para espantarse si adoptamos este criterio porque lo creemos correcto. por ejemplo, cuando intentamos resucitar el siglo XIX en el siglo XXI. Si queremos evitar ese peligro en la Iglesia y en nuestros particulares criterios teológico-pastorales, es necesario que nuestro reconocimiento de la sociedad actual no sea una imagen falseada desde una ideología precedente, no precisamente nacida del Evangelio, sino del “siempre se ha hecho así”. Ni siquiera nos sirve un conocimiento intuitivo o superficial, porque, sin un conocimiento lo más exacto posible, mal podremos dar respuestas adecuadas. O, repito, daremos respuestas a preguntas que ya nadie se hace o nos hace. O, daremos respuestas de ayer a los problemas de hoy y de mañana.
Nuevo capítulo de esta pequeña y personal historia: “Nueva evangelización significa dar una respuesta adecuada a los signos de los tiempos, a las necesidades de los hombres y de los pueblos de hoy, a los nuevos escenarios que muestran la cultura a través de la cual expresamos nuestra identidad y buscamos el sentido de nuestras existencias… Todas las comunidades cristianas tienen necesidad de una nueva evangelización, porque están comprometidas en el ejercicio de una atención pastoral que parece siempre más difícil de llevar adelante y corre el riesgo de transformarse en una actividad repetitiva poco capaz de comunicar las razones para las cuales ha nacido”.[3]
Sin olvidar que “Ha pasado ya, incluso en los Países de antigua evangelización, la situación de una «sociedad cristiana», la cual, aún con las múltiples debilidades humanas, se basaba explícitamente en los valores evangélicos. Hoy se ha de afrontar con valentía una situación que cada vez es más variada y comprometida, en el contexto de la globalización y de la nueva y cambiante situación de pueblos y culturas que la caracteriza” (S. Juan Pablo II. NMI 40). Por eso, es imprescindible preguntar, preguntarse, preguntarnos.
“Además, es necesario que reconozcamos que, si parte de nuestro pueblo bautizado no experimenta su pertenencia a la Iglesia, se debe también a la existencia de unas estructuras y a un clima poco acogedores en algunas de nuestras parroquias y comunidades, o a una actitud burocrática para dar respuesta a los problemas, simples o complejos, de la vida de nuestros pueblos. En muchas partes hay un predominio de lo administrativo sobre lo pastoral, así como una sacramentalización sin otras formas de evangelización”. (EG 63b)
[1] Fue famoso en su momento un artículo titulado «Une Église qui se trompe de siècle» («una Iglesia que se equivoca de siglo»), publicado el 7 de agosto de 1971 por el académico francés Maurice DRUON en Le Monde. Posteriormente publicó un libro de casi 300 páginas con el mismo título (Plon, Paris 1972).
[2] P. ARRUPE, Conferencia de Prensa, 24 de noviembre de 1966, en VARIOS AUTORES, Pedro Arrupe. Así lo vieron, Sal Terrae, Santander 1986, 80.
[3] INSTRUMENTUM LABORIS. XIII Asamblea General ordinaria del Sínodo de los Obispos: La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana. 2012. Nº 164. 89.