Varias veces hemos analizado la realidad de precariedad tanto laboral como social que caracteriza nuestra sociedad actual. Hoy me gustaría plantear una hipótesis que explique por qué se viene profundizando desde hace tiempo en esta precarización de la vida.
Son varios los analistas que hablan del colapso del sistema económico vigente hoy en día, basado en la acumulación privada de bienes y en el crecimiento material ilimitado. Esto tiene un problema que es la finitud y los límites de los recursos materiales del planeta, lo cual nos conduce también al colapso de la propia madre tierra.
Hasta ahora ha funcionado porque, frente a un período de crecimiento como el de los treinta gloriosos, el capital habría operado un giro intensivo, contrayéndose sobre sí mismo. Las reformas económico-políticas neoliberales permitieron superar la crisis de los 70 y recomponer la tasa de beneficio mediante la disciplina laboral frente a las huelgas, deslocalización industrial, automatización de procesos, desregulación de los mercados, reorganización de la gestión, subcontratación, externalización, financiarización, etc., y ahora al ser llevadas a la exasperación, se revelan como un problema insoluble.
Los límites del planeta están poniendo en evidencia la imposibilidad del crecimiento económico ilimitado, ello conduce a que las crisis económicas se produzcan con mayor frecuencia. Además, la redistribución de la riqueza a través del empleo se hace cada vez más difícil por lo que las clases medias cada vez son más escasas y más débiles, y la precarización social se extiende. Junto a ello, otra característica de esta sociedad colapsada es la desigualdad social, donde los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez más pobres.
Esta situación hace que las posiciones políticas se radicalicen y los populismos afloren con fuerza, no sólo en la calle sino también en los parlamentos. Los nacionalismos, los localismos y la vuelta a la defensa de lo propio, se reivindica como defensa ante la amenaza de la precarización. Por ello a nivel económico se defiende el proteccionismo, los aranceles y la vuelta a las fronteras y la exclusión de los diferentes.
Hay un factor clave en este momento histórico que es la cuarta revolución industrial, la automatización. Ésta ha sido una de las vías de escape que ha buscado el sistema económico vigente para salvar la crisis de crecimiento que comentábamos.
El proceso de automatización y robotización están incidiendo y van a incidir notablemente en el mundo del trabajo. El factor humano en trabajos repetitivos, especializados o que manejen datos y órdenes se está sustituyendo por ordenadores. Este tipo de trabajo se destruye o se destruirá en los próximos años. Estos trabajos sobre todo van a afectar a cuadros intermedios con formación media o superior, ocupados fundamentalmente por la clase media.
Sin embargo, crecen los puestos de trabajo de categoría inferior que tienen que ver con el trabajo con personas y con el trabajo manual: camareros, cuidado de niños o mayores, ocio, peluquería y estética, masajes, las entregas a domicilio de encargos a través de plataformas digitales, etc. Pero este tipo de trabajos son los que sufren una mayor precariedad laboral, son mal pagados y tienen unas condiciones laborales pésimas. Y son los primeros que se destruyen en momentos de crisis económica. Son los más volátiles.
Por otro lado, se refuerzan y crecen otro tipo de trabajos, aunque en menor medida, muy especializados que también tienen un importante factor humano, dirección de empresas, la dirección de equipos, la formación, determinadas áreas de la salud, porque hay otras que podrían automatizarse, la programación informática, el mantenimiento informático, etc. Todas éstas por el contrario requieren de una excelente formación, son muy bien remuneradas y sus condiciones laborales disfrutan de una alta estabilidad.
Esta tendencia como vemos es la que está generando una sociedad dual, tanto en precariedad como en desigualdad social. Porque todo ello, no sólo afecta al ámbito laboral sino que también esta situación está teniendo sus repercusiones fiscales y, por lo tanto, afectará también al mantenimiento del estado del bienestar, al sistema educativo, al sistema sanitario, de pensiones o social.
Si la clase media disminuye, siendo este sector social el que más ha ayudado al sostenimiento de los sistemas sociales, el resentimiento ya se viene notando desde hace tiempo. Si a ello añadimos que la mayoría de los trabajadores viven de trabajos precarios que imposibilitan un aporte adecuado al sistema impositivo, la situación recaudatoria del estado se agrava todavía más.
Por ello, es necesario desvelar y hacer visible esta tendencia, apoyando iniciativas como Iglesia por el Trabajo Decente u otras como las del vídeo que acompaña el artículo, para que cada vez se sumen más apoyos y se consigan una mayor incidencia en los ámbitos de toma de decisiones, dada la importancia que el tema está adquiriendo.
No se trata de impedir la evolución del desarrollo de los ordenadores, los robots y la automatización, sino de revertir sus posibles consecuencias negativas y reconducir su implantación para que los beneficios de la cuarta revolución industrial alcancen a todos, siendo necesario reivindicar medidas que atajen tanto la precariedad laboral como la desigualdad social.
# MiempleoMifuturo, la campaña de COTEC para que robots y humanos trabajen mano a mano
https://www.nobbot.com/general/miempleomifuturo-cotec/
Por otro lado, resultará también esencial todo el tema que tenga que ver con la producción y el consumo de materias primas, la gestión de residuos y la economía circular, de tal manera que tendremos que cuestionarnos nuestros modelos actuales de producción, consumo y distribución para evitar el colapso total de nuestra madre tierra.