Opinión

Francisco Yagüe

“Porque usted no tiene vergüenza”

30 de octubre de 2020

Uno de los carteles de Cáritas de los años 70 tenía por eslogan “Yo no tengo pan, porque usted no tiene vergüenza” y en dos imágenes contrapuestas, se puede contemplar la foto de un hombre que transmite necesidad con un niño en brazos, confrontada con una señora opulenta jugando a la ruleta”.

Este cartel siempre me pareció atrevido y rompedor para su época, ya que desprende un tono de denuncia muy arriesgado.

Pero es que dándole la vuelta y actualizándolo un poquito nada más, podríamos denunciar situaciones que se están dando hoy en día con una crudeza ciertamente dramática y que, por el contrario, estamos naturalizando.

El pasado día 17 de octubre, se conmemoraba el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza por parte de las Naciones Unidas y este año su mensaje se centraba en “actuar juntos para lograr justicia social y medioambiental para todas las personas”.

Haciendo un repaso a la prensa de las semanas precedentes podemos encontrar titulares y noticias que ponen en evidencia las deficiencias estructurales que está generando el sistema.

Así, por ejemplo, el economista Niño-Becerra, augura en su próximo libro una mayor precarización del empleo y un aumento de las personas que ya no serán necesarias para trabajar, por lo que cada vez más se evidencia la necesidad de una renta básica.


Un nuevo informe de Oxfam Intermón pone de relieve cómo «el 1% más rico de la población mundial, unos 70 millones de personas, fue responsable de más del doble de la contaminación por carbono que la mitad más pobre de la humanidad, 3.100 millones de ciudadanos y, sin embargo, éstos últimos están cargando con las peores consecuencias de un calentamiento atmosférico global que no han provocado».

Cáritas Europa hacía público un comunicado con motivo de la celebración del Día para la Erradicación de la Pobreza, en el que reclamaba la aprobación de un marco sobre rentas mínimas que sea vinculante para todos los Estados miembros de la Unión Europea.

Hace dos semanas, comparecía en las Cortes «el comisionado de Infancia, Florencio García Madrigal, y aseguraba que las cifras de pobreza son “estrepitosas”. Actualmente, el 53% de la población sufre dificultades para llegar a fin de mes y un tercio de los menores se encuentra en riesgo de pobreza».

También Oxfam Intermón advertía hace unas semanas que «el impacto de la pandemia podría aumentar en más de 1,1 millones el número de personas en situación de pobreza en España, aumentando así hasta los 10,9 millones, si no se toman más medidas».

Y a estas alturas del año, se acumulan las críticas ante los retrasos para la tramitación del Ingreso Mínimo Vital y Cáritas se ha visto obligada a abrir una ‘oficina’ propia para ayudar a quienes tienen menos recursos.

Podríamos hacer algún análisis con mayor profundidad, pero esta sencilla panorámica a través de algunos titulares o noticias de prensa de estas semanas, pone de relieve la imperante necesidad de tomar cartas en el asunto y de implementar políticas adecuadas que reconduzcan estas situaciones, entre otras, como la propia sanitaria derivada de las consecuencias de la COVID. Y esto sólo puede hacerse con una visión a largo plazo y desde un pacto guiado por el bien común, es decir actuando juntos.

Es aquí, donde cada mañana, cuando me topo de bruces con aquel cartel de los años 70, descrito anteriormente, me vienen a la mente de manera desordenada y a borbotones, como un documental sin argumento, la sucesión de imágenes y discursos o contradiscursos que han emitido durante los últimos meses los telediarios sobre el Congreso de los Diputados y de los representantes políticos de las distintas comunidades autónomas, y es entonces cuando vuelve a adquirir pleno sentido aquel eslogan vetusto de nuestra Cáritas: “yo no tengo pan, porque ustedes no tienen vergüenza”.

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