Así empezaba una de las canciones más célebres de Mecano: “Perdido en mi habitación sin saber que hacer se me pasa el tiempo…enciendo el televisor, me pongo a fumar, bebo una cerveza para merendar. Busco alguna pastilla que me pueda quitar un poco de angustia…”
Y así, exactamente así, estamos cuando nos olvidamos de Dios.
Las sociedades y en consecuencia las personas, que se obstinan en vivir de espaladas a Dios, de su dimensión espiritual buscan distracciones para llenar ese vacío.
Son distracciones materiales para ir pasando el tiempo, como dice la canción, y que, por comenzar en el yo y terminar en el mismo punto de partida, traen hastío y tristeza.
El materialismo puede enmascarar la sensación de vacío, pero es un agua que no sacia. No hace olvidar al hombre su ansia de eternidad.
Para no pensar en esa ansia de eternidad que fluye de forma misteriosa en distintos momentos, buscamos distracciones y placeres que a veces, además son dañinos para el alma, como la pornografía, la droga, la violencia…
Y es que el hombre no puede huir de sí mismo ni de su creador. Puede negar con su cabeza y con su vida la grandeza a la que ha sido llamado, pero se topará con una realidad plana, sosa, sin musculo…y vendrá la angustia para la que la canción aconseja pastillas.
Un consejo: piérdete en tu habitación. Busca momentos de reposo. No tengas miedo a pensar y a dejarte llevar por esa ansia de eternidad que te lleva a hacerte tantas preguntas. Ponte delante de tu conciencia y reconoce si merece la pena vivir como si no tuvieras alma…
El sol existe, aunque lo tapemos con el dedo; Dios también y tu eres su hijo y esa realidad transforma tu vida, es algo ontológico que afecta a todo tu ser. No eres un simple hombre, eres hijo de Dios.