Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

Paren el mundo, que yo me bajo

24 de noviembre de 2021

Escuchando un telediario de cualquier día y leyendo informaciones también de cualquier día, me ‘vino a la cabeza’, sin yo llamarla, la frase tan conocida de “Paren el mundo, que yo me bajo”. Como sabemos es del sorprendente artista de cine Groucho Marx, uno de los famosos hermanos Marx. Algunos la atribuyeron equivocadamente a Mafalda, la genial creación del humorista gráfico e historietista argentino ‘Quino’, fallecido hace un año.

Puesto a curiosear sobre la conocida frase, me encuentro con estas de Mafalda. Se pregunta: «¿Y no será que en este mundo hay cada vez más gente y menos personas?». Y se responde: «¡Resulta que, si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!».

Repasemos algunos “pequeños” detalles que exigen sin demora el cambio del mundo para que el mundo no nos cambie. Siempre estamos y estaremos a tiempo:

Frontera entre Bielorrusia y Polonia (de lo que cada día se habla menos porque ya ha ocupado el tiempo en que ‘era noticia’, pero el problema de los emigrantes dejados a su suerte de pobreza, congelación y muerte sigue igualmente muy grave e inhumana). El drama de estos migrantes está ya dolorosamente marcado por la muerte de un niño sirio de un año a causa del frío.“El acontecimiento pone en tela de juicio a todo el continente europeo… Corremos el peligro de morir de asfixia, de morir por la inercia de la indiferencia, que realmente viene a ser como un pecado original sobre el que será difícil construir el futuro de la propia Europa…Pone de manifiesto la crueldad de un continente, en este caso, que es incapaz de encontrar una solución incluso para un número muy modesto de hombres, mujeres y niños que buscan asilo y consuelo para su futuro. Y creo que la muerte de este niño es un verdadero escándalo que no puede dejar indiferente a todo el pueblo del continente europeo”. (Arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida).

¿Nos acordamos de la situación dramática y de pobreza extrema por catástrofes naturales de Haití? Parece que hace muchísimo tiempo que ya llenó la cuota de pantalla y de papel que le correspondía. El problema sigue -o aumenta por razones políticas que son intereses de los políticos-. Pero ahí continúan el esfuerzo de ciudadanos decentes, el acompañamiento y ayuda de la Iglesia y de organizaciones solidarias. ¿Nos pasará lo mismo con los afectados por el volcán de La Palma?

Más de medio millar de inmigrantes han sido encontrados por las autoridades hacinados en el interior de dos camiones que transcurrían por el estado mexicano de Veracruz. Y siguen llegando en pateras ‘de papel’ a las Islas Canarias y a otras naciones europeas y a América del Norte, si no han muerto antes en la travesía.

Huelga indefinida del sector del metal en Cádiz, desde hace más de una semana, pidiendo aumento salarial y pago de retrasos y con un joven muerto por accidente. Huelga que revela la situación, callada y resignada, de alcance universal del paro, de salarios injustos e indecentes…

El olvido de los países empobrecidos por parte de los países enriquecidos a costa de los primeros es absoluto. Nos hemos encerrado sobre nosotros mismos y nuestro bienestar sin tener en cuenta que formamos una misma familia universal en una misma casa común. Familia y casa que solo permanecerán si todos -una inmensa mayoría- estamos dispuestos a compartir lo que es de todos y para todos y cuidamos la casa que es de todos y para todos, los de hoy y los de mañana.

«La lacra del trabajo infantil es de especial importancia para el presente y el futuro de nuestra humanidad… la explotación de los niños en los procesos de producción de la economía globalizada para el beneficio y la ganancia de otros», y esto supone «la negación del derecho de los niños a la salud, la educación y el crecimiento armonioso, incluida la posibilidad de jugar y soñar… La forma en que nos relacionamos con los niños, la medida en que respetamos su dignidad humana y sus derechos fundamentales expresan qué tipo de adultos somos y queremos ser y qué tipo de sociedad queremos construir» (Francisco. Conferencia Internacional «Erradicar el trabajo infantil, construir un futuro mejor». 19 nov 21).

La política que nos rodea y padecemos. En el centro, el poder. Todo por el poder. Cambalaches y favores para seguir en el poder. Disputas por el poder entre partidos y dentro de los partidos. El ‘y tú más’ de siempre. Lo que mi partido propone y hace es ‘el no va más’; lo del otro… puafff.  Con poca imaginación y entrega a la realidad, nada gratificante, de los ciudadanos. Sólo vale el poder y los intereses del partido.

La mediocridad de los cristianos, los pecados y escándalos de clérigos y de trabajadores y colaboradores eclesiales pederastas, la resistencia y oposición al Papa Francisco y su camino de sinodalidad, los que en la Iglesia caminan mirando hacia atrás y que tropezarán cuando menos lo esperen, el clericalismo que cambia la fraternidad por el poder… Mi propia mediocridad.

Etcétera, etcétera, etcétera…

Pero voy a hacer lo posible por no bajarme y hacer un poco de caso a la gran Mafalda: «¡Resulta que, si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno!».  No me bajo no sólo porque cada rasgo negativo enumerado tiene su lado positivo (que lo creo de verdad). Y sin echar mano de la fe, esperanza y amor cristianos (que está sustentando todo). Sino para que en este mundo haya cada vez más personas y menos gente y, porque, a pesar de todo, sigo creyendo en el ser humano y la indiferencia es la peor respuesta a la realidad que, sí, poco a poco se puede ir cambiando. Por lo menos sin dejarnos cambiar por el mundo. Y aportando nuestra insignificante y pequeña gotita de testimonio.

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