Hace unos días terminamos el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos. Lo escribo así, con mayúsculas, porque considero que es fundamental para los que nos consideramos seguidores de Jesucristo. El, en la última cena oró al Padre pidiendo que todos seamos uno, como ellos lo son. Oró en ese momento tan duro para él como fueron los instantes previos a su crucifixión y muerte, dejándonos como testamento el vivir en la unidad.
Desgraciadamente hemos puesto muy poco de nuestra parte para hacer realidad esta oración de Jesús. Y no solo porque ha habido Iglesias que se han desvinculado de la fe católica, sino porque incluso entre nosotros, los católicos, hay divisiones. No es ningún secreto que el Papa tiene dificultades, incluso entre los más cercanos.
Es cierto que todos y cada uno tenemos nuestro modo de pensar y tenemos derecho a discrepar si hace falta, pero sin hacer daño a las personas de buena voluntad.
Y digo esto porque hace unos días me encontré con una amiga, y me dijo que estaba en contra de las enseñanzas de Francisco, y es que, parece ser que ha leído un libro donde el Papa dice que por las venas de Jesucristo corre sangre hereje. Por demás quise hacerle entender que seguramente era una afirmación fuera de contexto; que el Santo Padre no podía haber dicho eso. No la convencí. Sigue pensando que Francisco es un mal Papa.
Por tanto, mi reflexión es que además del ecumenismo y del diálogo interreligioso, deberíamos orar por la unidad de los católicos. Se que incluso hay sacerdotes que todavía ven como herejes a los hermanos separados. A pesar de los años pasados desde que San Juan XXIII hizo esta propuesta, hay quien sigue pensando que fuera de la Iglesia católica no hay salvación.
Hemos vivido en el tercer domingo del tiempo ordinario, la celebración del Día de la Palabra de Dios. El Santo Padre ha querido que esta celebración estuviera cerca del Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos y nos dice que “estamos invitados a fortalecer los lazos con los judíos y a rezar por la unidad de los cristianos”. La Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, hizo suya la propuesta de trabajar por el ecumenismo y el diálogo interreligioso desde el primer momento, por lo que lleva muchos años trabajando en ello y sensibilizando sobre la necesidad de vivir el acercamiento a los hermanos separados.
Comportándonos así estamos dando un ejemplo y un testimonio nefasto de cara al mundo entero. Con esto reflejamos un rostro de Cristo distorsionado, que no se corresponde con sus enseñanzas ni con su oración al Padre en la última cena.
Me consuela y anima el conocer a tantas personas que se dejan la piel, y a veces, hasta la vida por reflejar el verdadero rostro de Cristo, quien por boca de San Pablo nos dijo que ya no había judíos ni gentiles, sino solo hijos de un mismo Padre y por tanto hermanos en Cristo Jesús.
En verdad que hay mucho más bueno, pero hace muy poco ruido. La persona que hace el bien no lo va pregonando. Solo la maldad suele tener más eco del que se merece.
Yo, por mi parte, voy a seguir rezando por esa Unidad tan necesaria si queremos vivir en hermandad y sin dañarnos unos a otros.