“Quizá en el futuro, cuando se estudien los turbulentos años veinte del presente siglo, amén de sus pandemias, sus desastres naturales y sus conflictos, llamarán la atención nuestras contradicciones”.[1]
Así comienza su reflexión la escritora Carmen Posadas. En uno de esos artículos que, en los periódicos, no hablan de política, que parece que es casi lo único que existe. También con sus contradicciones e incoherencias
Yo creo que las contradicciones siempre llaman la atención. Mañana, hoy, ayer. Siempre. Que nos lo digan a tantos cristianos ante nuestro creer y nuestro vivir, relacionados a veces de modo incoherente e incluso contradictorio. No sé si hay mayor contradicción. Nos lo echan en cara y con razón. Aunque muchas veces olviden a tantos y tantas que sí son coherentes.
Ya nos dejó dicho Grandi que “la felicidad es cuando lo que piensas, dices y haces están en armonía”. Por eso dijo también: “yo sería cristiano de no ser por los cristianos”.
Si miramos las incoherencias humanas ajenas, y debemos hacerlo para no repetirlas, no podemos olvidar aquello tan provocativo de la mota en el ojo del otro y la viga en el tuyo (cfr. Lc 6,41-42).
Hay contradicciones que podemos calificar como curiosas, aunque puedan tener motivaciones que parecían seguras y eternas. Nuestra autora describe así una contradicción o incoherencia curiosa:
“Tomemos, por ejemplo, una costumbre cada vez más habitual como es la de hacerse un tatuaje. ¿No resulta curioso que ahora que todo es efímero, pasajero, epidérmico, a la gente le dé por algo que es indeleble? No hay más que echar un vistazo por ahí para darse cuenta de que prácticamente no hay nadie que no lleve un tatuaje y cada vez hay más personas tan llenas de inscripciones y dibujos que parecen alfombras persas ambulantes. Un clásico es tatuarse el nombre del amor de su vida. Romántica práctica, sin duda, y todo un pliegue de intenciones, lástima que dos o tres años más tarde la inscripción ‘Eternamente Pili’ (o Santi o Puri) tenga que reconvertirse en petunia o flor de loto para dar paso al siguiente amor de su vida, cuyo nombre también se tatuará, indeleblemente”. A la cabeza de este curioso fenómeno, y destacados, van los futbolistas. Hay uno muy famoso que no se tatúa porque así puede ser donante de sangre.
Las motivaciones para dar sentido a esta ‘curiosidad’ tan extendida no llego a captarlas. La moda o la fama o llamar la atención, o lo que sea. Además, creo que tiene poco de estético, de bello. Es una opinión.
“Otra incongruencia interesante -escribe la Posadas- son las creencias. Ahora ya casi nadie cree en Dios, pero hete aquí que aquellos que piensan que Dios es un cuento de viejas no dan un paso sin consultar el horóscopo o a su pitonisa de cabecera. Y cuando se mueren sus deudos, tan ateos como ellos, dicen que «se han mudado más allá de las estrellas» o «reunido con los dioses», porque ser monoteísta es un ñoco[2], mientras que politeísta es superguay”.
Le perdonamos, si os parece, eso de “ahora que ya casi nadie cree en Dios”. Entiendo que es una exageración literaria. Aunque la verdad es que crece entre nosotros el número de los que dicen que son agnósticos o ateos. Crecimiento del número de ateos que, precisamente, nos está reclamando y exigiendo, aunque no lo digan, a los cristianos eso que ya nos dijo Jesús: “No todo el que me dice: ‘Seño, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre” (Mt 7,21)
Ya lo decía Chesterton: cuando no crees en Dios, terminas por creer en cualquier cosa. En el yoga, la dieta vegana, la sostenibilidad del planeta, el horóscopo, los adivinos y echadores de cartas, etc…
Afirmación que se puede universalizar pasando del tú al todos: Cuando no se cree en Dios, se cree en cualquier cosa. Es como una especie de tuit que tiene la genialidad de lo breve e inteligente.
No se trata, en este segundo ejemplo, de algo ‘curioso’. Lo de ‘curioso’ es para el ´primer caso y para que el título resulte ‘curioso’ o llamativo. El tema es más serio en todos los ambientes: familia, amigos, personas públicas o famosas, trabajo, política, religión, Iglesia. Serio para el futuro de todos, de la sociedad y de sus sectores, de las relaciones humanas y entre las naciones, del hambre y la miseria, del respeto y amor a la naturaleza. Porque la transcendencia -DIOS- es mucho más que un adorno del que se puede prescindir sin consecuencias. ‘Dios es gratuito, pero no superfluo’, titulaba, hace años, un famoso libro.
No es lo mismo, ni será el mismo, un mundo, una sociedad sostenida por la incoherencia, la contradicción y la incongruencia, que un mundo, una sociedad construida y sostenida desde la coherencia entre lo dicho o creído y hecho. Esta incoherencia destruye toda confianza en los demás, desde los políticos hasta los cristianos todos, especialmente los que tienen mayor visibilización social.
Con gran claridad ya nos lo dejó escrito San Pablo VI en Evangelii nuntiandi 41, (8 diciembre1975): “Ante todo hay que subrayar esto: para la Iglesia el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana, entregada a Dios en una comunión que nada debe interrumpir y a la vez consagrada igualmente al prójimo con un celo sin límites. ‘El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio’”.
[1] Contradicciones e incoherencias. CARMEN POSADAS. XL SEMANAL, 23 de Julio de 2022
[2] En la lengua infantil del Perú, ñoco tiene los sentidos de ‘juego del hoyuelo con canicas’ y ‘hoyo de este juego’.