“No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos” (Gal 6,9-10a).[1]
“No nos cansemos”. Contra la invasión-guerra de Irak en 1991 (en la que España estuvo implicada), el mundo se convirtió en un grito de ¡NO A LA GUERRA! Contra la invasión-guerra de Ucrania, también se escucha ¡NO A LA GUERRA! Pero… ¿con menos fuerza? ¿Solamente donde hay ucranianos y por iniciativa suya y de algunos vecinos? ¿Hemos perdido o se ha rebajado en el mundo el interés solidario por valores humanos esenciales como la defensa de la dignidad de la persona, de la paz, de la justicia…? ¿Nos importan menos o simplemente no nos importan las barbaridades que sufren algunos de nuestros hermanos: invasión, guerra, hambre, pobreza, paro…? ¿Nos hemos convertido en más superficiales y egoístas? ¿Pensamos que hay guerras ‘malas’ y guerras ‘buenas’, según quien las haga? Son preguntas que me hago. Nada más. No sé si acertadas o ingenuas. Las respuestas y otras preguntas nos la podemos-debemos hacer cada uno.
Yo, desde mi pequeño rincón, no quiero cansarme. Con la convicción de que, “si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos”.
Lo hago no con palabras mías, pobres e insignificantes. Lo hago con palabras prestadas, pero mucho más fuertes, bellas, fundadas y cuestionantes que podrían ser las mías. Lo hago para extender un poco más palabras que nos inquieten positivamente y nos impulsen a un cambio interior personal y a un compromiso público y solidario ahí donde vivimos, a pie de nuestra calle.
Mencio, también conocido como Mengzi (372-289 A.C.), uno de los grandes filósofos del confucionismo, dejo escrito hace 2.300 años que «no existen guerras justas; unas son malas y otras peores». El semanario británico The Economist añade ahora, además, que “la embestida de Putin contra Ucrania es repugnante”.[2]
«Toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a la fuerza del mal». (Francisco en Twitter 25 febrero 2022).
“Condenamos con firmeza y expresamos nuestra más profunda preocupación por la agresión bélica rusa al pueblo ucraniano. Las consecuencias de una guerra son inconmensurables y siempre comprometen a las generaciones venideras.
Las mujeres deseamos y exigimos la paz, ya que es un derecho humano inalienable, no solo de las personas, sino también de los pueblos. Convocamos a que cada mujer, desde el espacio donde se encuentre, día tras día y con la resiliencia propia que la caracteriza, construya un mundo de paz para obtener la felicidad que todo ser humano anhela”. (Red Internacional de Mujeres Líderes Católicas. 26 febrero 2022).
“Un conflicto bélico es siempre un golpe muy duro, que lacera y hiere irremediable e irreversiblemente a miles de comunidades, destruye vidas inocentes y traumatiza a generaciones completas creando heridas que muy difícilmente sanarán […] Es una grave injusticia utilizar la fuerza para validar una línea de pensamiento, o bien apropiarse de bienes o de la cultura de otro pueblo, convirtiendo esa acción en un cruel atentado a la dignidad humana”. (Cáritas de América Latina y el Caribe ante la escalada del conflicto en Ucrania).
“Quien hace la guerra olvida la humanidad. No parte de la gente, no mira a la vida concreta de las personas, coloca por encima de todo sus intereses de poder, se confía a la lógica diabólica y perversa de las armas, que es la más alejada de la voluntad de Dios y se distancia de la gente normal que quiere la paz. Cuando hay un conflicto, la gente sencilla es la verdadera víctima, que paga en su propia piel la locura de la guerra.
Con el corazón dolorido por lo que está pasando en Ucrania (y sin olvidar las guerras en otras partes del mundo, como Yemen, Siria o Etiopía), repito que callen las armas. Dios está con los artesanos de la paz, no con los que usan la violencia. (Francisco. Ángelus 27 febrero 2022)
No quiero olvidar, aunque sea reduciéndolo un poco, un poema escrito hace años por la cantante y poeta colombiana Marta Gómez.
Para el viento, una cometa
Para el lienzo, un pincel
Para la siesta, una hamaca
Para el alma, un pastel
Para el silencio, una palabra
Para la oreja, un caracol
Un columpio pa’ la infancia
Y al oído un acordeón
Para la guerra, nada
… Un buen libro para el alma
Una ventana pa’ soñar
Para el verano, una pelota
Y barquitos de papel
Un buen mate pa’l invierno
Para el barco un timonel
Para la guerra, nada
… Para el alma, un café
Y una vela pa’ esperar
Un trompo para la infancia
Y una cuerda pa’ saltar
Para la guerra, nada
Para amar nuestro planeta
Aire limpio y corazón
Agua clara para todos
Mucho verde y más color
Para la tierra, más semillas
Para ti, aquí estoy yo.
… Para la guerra, nada
Para el cielo, un arcoíris
Para el bosque, un ruiseñor
(Para la guerra nada)
Para el campo, una amapola
Para el mar, un arrebón
(Para la guerra, nada)
Para la brisa, una pluma
Para el llanto, una canción
(Para la guerra, nada)
Para el insomnio, la luna
Para calentarse, el sol
(Para la guerra nada)
Para la guerra
Nada
[1] Lema escogido por FRANCISCO, de la carta a los Gálatas, para su Mensaje de Cuaresma 2022 que comenzamos hoy.
[2] Cfr. JESÚS RIVASÉS. La Razón. 25 febrero 2022.