Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

No desperdiciar

1 de febrero de 2023

Desperdiciar -más bien: no desperdiciar- alimentos es un tema que he traído en A pie de calle en más de una ocasión. Hoy lo hago valiéndome de unas palabras del Papa Francisco en el Ángelus del pasado domingo, 29 de enero. Y porque sigue siendo una grave irresponsabilidad entre nosotros y en, prácticamente, todo el mundo. Desperdiciamos porque tenemos de todo y más de lo que necesitamos. Mientras muchos, muchos millones de hermanos pasan hambre o mueren por hambre.

“Hoy quisiera detenerme sobre este aspecto típico de los pobres de espíritu: no desperdiciar. Los pobres en espíritu buscan no desperdiciar nada. Jesús nos muestra la importancia de no desperdiciar, por ejemplo, después de la multiplicación de los panes y de los peces, cuando pide que se recoja la comida que ha sobrado para que nada se pierda (cfr. Jn 6,12). No desperdiciar nos permite apreciar el valor de nosotros mismos, de las personas y de las cosas. Pero lamentablemente es un principio a menudo desatendido, sobre todo en las sociedades más ricas, en las que domina la cultura del derroche y la cultura del descarte: ambas son una peste. Quisiera proponeros tres desafíos contra la mentalidad del derroche y del descarte”.

            Francisco nos propone 3 no-desperdicios. (1) “No desperdiciar el don que nosotros somos. Cada uno de nosotros es un bien, independientemente de las cualidades que tiene. Cada mujer, cada hombre es rico no solo de talentos, sino de dignidad, es amado por Dios, vale, es valioso”.

            (3) El tercer no-desperdicio, es más, mucho más, importante y grave: “No descartar -desperdiciar– a las personas. La cultura del descarte dice: te uso hasta que me sirves; cuando ya no me intereses o seas un obstáculo para mí, te tiro. Y se tratan así especialmente a los más frágiles: los niños todavía no nacidos, los ancianos, los necesitados y los desfavorecidos. Pero las personas no se pueden tirar, ¡los desfavorecidos no se pueden tirar! Cada uno es un don sagrado, y cada uno es un don único, a cualquier edad y en cualquier condición. ¡Respetemos y promovamos la vida siempre!  ¡No descartemos la vida!”.

(2) El segundo desperdicio, que coloco el tercero porque me quiero detener en él un poco más. Navidad (aunque sintamos que la celebramos no hace un mes, sino ‘hace siglos’) es un tiempo de desperdicio ‘infinito’, y cada día del año también: “No desperdiciar los dones que tenemos. Resulta que en el mundo cada año se desperdicia cerca de un tercio de la producción total de alimentos. ¡Y esto mientras muchos mueren de hambre! Los recursos de la creación no se pueden usar así; los bienes deben ser custodiados y compartidos, de forma que a nadie le falte lo necesario. ¡No malgastemos lo que tenemos, difundamos una ecología de la justicia y de la caridad, del compartir!”

“El 17% de la comida disponible para los consumidores termina en la basura de los hogares, los comercios, los restaurantes y otros servicios de alimentación. En concreto, alrededor de 931 millones de toneladas de alimentos acabaron desperdiciándose en el mundo en 2019, sin contar las pérdidas generadas durante la producción y transporte. Así lo indica un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) presentado el 4 marzo 2021… Mientras se pierden esas cantidades ingentes de alimentos, 690 millones de personas en el mundo (casi el 9% de la población) sufre problemas de hambre.

El estudio analiza el desperdicio en tres campos concretos: los hogares, los servicios de alimentación (como los restaurantes) y el comercio minorista. Y concluye que la principal vía de pérdida se localiza en los hogares, que acumulan el 61% de los 931 millones de toneladas de comida desperdiciada en 2019. Le siguen los restaurantes y otros servicios de alimentación (26%) y el comercio minorista (13%).

Si queremos tomarnos en serio la lucha contra el cambio climático, la pérdida de la naturaleza y la biodiversidad, y la contaminación y los residuos, las empresas, los gobiernos y los ciudadanos de todo el mundo tienen que poner de su parte para reducir el desperdicio de alimentos””.[1]

            Más de la mitad de estos desperdicios alimentarios, el 61%, se generan en los hogares, en nuestras casas, en la tuya, en la mía… Dato más que significativo. Señala que está en nuestras manos -la tuya, la mía- solucionar la mayor parte del problema porque somos nosotros, en nuestro vivir diario, quienes más creamos el problema, quienes más alimentos desperdiciamos.

            Las autoridades tienen su misión y su obligación también en este problema. Pero somos nosotros, nuestras familias, donde comienza la mayor parte del problema y donde debe, entonces, comenzar la solución: en nuestro vivir -alimentarnos- diario.

            Haciendo eso ¿se acabará el hambre en el mundo?, preguntan algunos cínica e interesadamente. Pues no se acabará, es la respuesta. Pero tú te estarás humanizando. Y podrás -ampliando el horizonte- compartir más con quienes no pueden desperdiciar porque no tienen o tienen lo justo.

            Y avanzaremos un poco más en eso tan ‘sabido’ de que “Todos vosotros sois hermanos” (Mt 23,8b).


[1] MANUEL PLANELLES. EL PAÍS – Madrid – 04 MAR 2021.

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