Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

Necesidades y necesidades

7 de agosto de 2019

Leyendo, leyendo (¡qué buena cosa es leer!), es bastante frecuente y normal encontrarte con ideas nuevas, o con ideas que tenías, pero no sabías cómo expresarlas, o con hechos sencillos, a tu alcance, que podrías hacer con o por los demás. Leer es conectar con el exterior, enriquecerse personalmente y comunicar o compartir en el propio entorno lo que se va aprendiendo.

Eso me ha pasado a mí con una frase escrita a partir de un proyecto solidario de trabajar contra el hambre al que invitan a participar a otros. Sienten que ofrecen una opción (entre muchas otras) a esa otra necesidad tan humana de actuar y de hacer algo para cambiar las cosas. Esta es la frase que me ha llamado la atención.

El proyecto del que hablan es la lucha contra el hambre: la primera necesidad de toda persona que viene a este mundo. Y al que pasa hambre, hay que ayudarle a satisfacer esa necesidad vital, nunca mejor dicho. Después, o a la vez, actuar para que desaparezcan las causas del hambre. Que en nuestro mundo es posible.

Y los promotores de esa acción contra el hambre hacen referencia a que ofrecen una opción a esa otra necesidad tan humana de actuar y de hacer algo para cambiar las cosas. Esto es lo que me ha llamado la atención y así lo transmito. Necesidad humana de actuar para cambiar las cosas. Saciar el hambre es necesidad para vivir, necesidad vital. Actuar para cambiar las cosas es necesidad humana. Necesidad que nos hace humanos. Si es necesidad, sale de dentro, del interior, del corazón. Forma parte de nuestro ser y existir. No un añadido a elegir o no. Actuar de esa manera simplemente para ser personas humanas.

Actuar para cambiar las cosas nos hace humanos. Por eso es una necesidad. Necesitamos ayudar no simplemente para vivir, sino para vivir dignamente en nuestro mundo tan necesitado de personas nobles, solidarias, abiertas al dolor del otro…

Al tratarse de una necesidad espiritual, y no simplemente material, es necesario educarla, cultivarla en todos los ámbitos donde se desarrolla la vida humana: familia, escuela, trabajo, tiempo libre, amigos, medios de comunicación, redes sociales, etc…

El cultivo de esta necesidad de actuar por y con los demás, goza de buena salud en muchas personas. De lo contrario, ya no podríamos vivir en este mundo. Pero esta necesidad debe convertirse en epidemia permanente de solidaridad y extendida por todo el mundo.

Porque los enemigos de esta necesidad o los que simplemente pasan de ella, también gozan de buena salud. Aparentemente, de mejor salud que sus defensores. Pero el bien es más fuerte. Y seguirá empeñado en actuar y hacer mucho en nuestro mundo y en nuestra historia.

– Me parece que están teniendo un subidón de optimismo.

Puede ser. Pero no se trata de quién tiene más o menos fuerza: actuar y hacer algo con y por los demás o dejar que todo siga igual. No se trata de cantidad (que también crecerá si somos muchos los que intentamos actuar así), sino de calidad de vida. De calidad de vida del que apoyamos y de calidad de vida del que actúa en favor de los demás. De tu calidad de vida. De mi calidad de vida. De poder mirarnos al espejo sin avergonzarnos de nosotros mismos.

“Somos unos simples servidores: hemos hecho lo que teníamos que hacer” (Lucas 17,10). Esta frase de Jesús no es una llamada a una falsa humildad. Recoge, precisamente, esa necesidad tan humana de la que venimos hablando. Esa necesidad que nos hace humanos y hermanos. Actuar y hacer el bien a los demás es dar rienda suelta a nuestra naturaleza humana. Ser seres humanos. Nosotros mismos.

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