En estos últimos meses e incluso días, se están haciendo muy presentes el recuerdo del dolor, la amargura e incluso el odio que provocaron los atentados de la banda terrorista ETA y de quienes apoyaron sus actos violentos. La serie Patria, documentales y finalmente el inicio del trámite de la ley de presupuesto del Estado en el Congreso de los Diputados, ya más recientemente, han ayudado a revivir y a actualizar esos episodios tan dolorosos, presentes y candentes todavía hoy.
Una realidad que como podemos comprobar no nos deja indiferentes a nadie y levanta ampollas en cuanto se nombra o cita en cualquier tertulia cotidiana. Pero a mí, me ha llamado siempre poderosamente la atención la actitud de una de las implicadas, de una de las protagonistas. Entre todas las posturas, opiniones, actitudes me quedo con Irene Villa.
Desde siempre Irene Villa ha sido una lección para todos de cómo afrontar la vida, una lección de humildad, de perdón frente a los que intentaron asesinarla, de optimismo ante las dificultades, de superación e incluso de diálogo, y aceptación.
Sólo hay que escuchar algunas de las entrevistas que ha ofrecido a lo largo de su vida desde que, en aquel fatídico día, una bomba le arrancó sus piernas. Ella reconoce que se lo debe a su madre porque todavía en el hospital le dijo: “Irene tienes dos opciones, vivir siempre amargada maldiciendo a quienes te han hecho esto, o aceptarlo y vivir la vida con optimismo”.
En otro vídeo dice que “hay que aprender a perdonar, porque en algún momento nos harán daño. La vida a veces nos coloca a escalar un ocho mil. No te preocupes, confía”.
Ahora bien, reconocer un aprendizaje de esta dura experiencia y quedarnos con esta magnífica actitud ante la vida, no quiere decir que todo valga, que podamos comulgar con ruedas de molino o no seamos capaces de discernir aquello que atenta contra la voluntad del Padre, su Reinado de Amor o nos aleja de Él.
También estos días escuchaba una entrevista del filósofo José Antonio Marina. Le explicaba a la entrevistadora que él en sus clases preguntaba a sus alumnos si consideraban que toda opinión era aceptable. Desde la lógica actual, la mayoría de sus alumnos respondía que sí. Sin embargo, José Antonio Marina les corregía en su error. No toda opinión es aceptable. Lo que es aceptable es el derecho a opinar, pero no toda opinión es aceptable.
Esta objeción del profesor Marina a la aceptabilidad de todas las opiniones podría extenderse evidentemente a las actitudes, pensamientos, decisiones, etc. Así, no son aceptables determinadas acciones, actitudes, pensamientos e incluso decisiones.
Aunque por supuesto, si nos equivocamos en alguna de estas decisiones, deberemos aprender a solicitar con humildad el perdón de la comunidad, de la sociedad, o a rectificar ante ella en algún momento. Y ésta, de forma generosa, deberá estar preparada, como Irene, a perdonarnos.