Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

Madurez compartida

29 de marzo de 2023

En la Iglesia, necesitamos “la cultura de la corresponsabilidad y cuidado común, lo que exige una reformulación del papel del párroco en la comunidad, no como el dueño del cortijo, sino como aquel que preside y celebra, pero que, sobre todo, acompaña procesos y personas. El párroco no tiene la exclusiva del Espíritu… no es cuestión de contar con un párroco de Champions o de Segunda División, porque sería reducirlo todo de nuevo al clericalismo, pero sí de ir formando a un laico adulto que sepa estar frente a un sacerdote, no enfrentarse a él. Ha cundido la falsa idea de que un laico autónomo, maduro y con capacidad crítica, siempre tiene que estar fuera del sistema porque es incómodo para el cura o para el obispo, y no es así si del otro lado también hay un cura y un obispo maduro. Necesitamos una madurez compartida, señala Agustín Domingo Moratalla (catedrático de filosofía moral y política de la Universidad de Valencia)[1].

Me parece una expresión más que clara, exigente y ‘cargada de futuro’, para expresar la relación entre los presbíteros y los laicos, los laicos y los presbíteros en la Iglesia o simplemente la relación entre todos, sin excluir a nadie. Madurez compartida. Hay mutua relación entre corresponsabilidad y madurez compartida. ¿Qué es antes: la corresponsabilidad o la madurez compartida? Me parece mejor calificarlas de inseparables y totalmente relacionadas. Todos somos corresponsables en la Iglesia y la madurez creyente de todo cristiano hace posible la corresponsabilidad. Y así llegamos a la ‘madurez compartida’.

La madurez compartida es el mejor medio para acabar con el clericalismo en la Iglesia. El clericalismo es impositivo, dominador. La madurez compartida es fruto del ‘Todos vosotros sois hermanos’ (Mt 23,8). Para que ‘el párroco no sea el dueño del cortijo’ porque ‘no tiene la exclusiva del Espíritu’ (¡Gracias sean dadas al Padre). Sin embargo, el clericalismo, aunque va menguando en unos ambientes, en otros está todavía muy vivo por el ‘ordeno y mando’ del sacerdote de turno y ‘lo que usted diga, don Pepe’ del laico tranquilo en su obediencia cómoda o no madura.

Corresponsabilidad o madurez compartida, tanto monta, monta tanto. Benedicto XVI nos dejó un texto, que me parece claro como la luz del día y no sé si conocido por muchos. Por eso, lo copio con mucho gusto para colaborar a su difusión y, sobre todo, para que haga un bien a quien lea este artículo. Lo dijo en un acontecimiento importante: en la apertura del Congreso Eclesial de la diócesis de Roma. 26 mayo 2009:

  “Tiene que haber una toma de conciencia renovada de nuestro ser Iglesia y de la corresponsabilidad pastoral que, en nombre de Cristo, todos estamos llamados a ejercer”.

“La Asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos de 1987 estuvo dedicada al tema de la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, lo que nos revela que las luminosas páginas que el Concilio dedica al laicado aún no habían sido suficientemente aplicadas y hechas realidad en la conciencia de los católicos y en la praxis pastoral. Por un lado, subsiste la tendencia a identificar unilateralmente a la Iglesia con la jerarquía, olvidando la responsabilidad común, la misión común del Pueblo de Dios, que somos en Cristo todos nosotros.

Nos preguntamos, pues, queridos hermanos y hermanas, lo siguiente: ¿En qué punto se encuentra nuestra diócesis de Roma? ¿En qué medida se reconoce y favorece la corresponsabilidad pastoral de todos, especialmente la de los laicos?

  El Libro del Sínodo impulsó a la diócesis a convertirse cada vez más en Iglesia viva y activa en el corazón de la ciudad mediante la acción coordinada y responsable de todos sus componentes.

Es necesario, al mismo tiempo, mejorar el planteamiento pastoral, de forma que, respetando las vocaciones y las funciones de consagrado y laicos, se promueva gradualmente la corresponsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios. Ello exige un cambio de mentalidad, particularmente en relación con los laicos, que pase de considerar a éstos ‘colaboradores’ del clero a reconocerlos realmente como ‘corresponsables’ del ser y de la acción de la Iglesia, favoreciendo la consolidación de un laicado maduro y comprometido. Esta conciencia común de ser Iglesia, propia de todos los bautizados, no disminuye la responsabilidad de los párrocos. Os toca precisamente a vosotros, queridos párrocos, promover el desarrollo espiritual y apostólico de cuantos ya participan con asiduidad en las parroquias y en ellas operan: son el núcleo de la comunidad que servirá de fermento para los demás.

Estas comunidades nuestras no deben perder la conciencia de ser Iglesia, porque Cristo, Palabra eterna del Padre, las convoca y hace de ellas su Pueblo. Porque la fe, si por un lado es una relación profundamente personal con Dios, posee también un carácter comunitario esencial, dimensiones inseparables una de otra.

La Iglesia no es, por lo tanto, el resultado de una suma de individuos, sino una unidad entre quienes se alimentan de la única Palabra de Dios y del único Pan de vida. La comunión y la unidad de la Iglesia, que nacen de la Eucaristía, son una realidad de la que debemos tomar cada vez mayor conciencia, incluso al recibir la santa comunión: ser cada vez más conscientes de que nos unimos a Cristo y así nos convertimos, entre nosotros, en una sola cosa. Esta unidad debemos aprender una y otra vez a preservarla y defenderla de rivalidades, disputas y envidias que pueden nacer en el seno de las comunidades eclesiales y entre ellas. En especial, quisiera pedir a los movimientos y comunidades nacidos después del Concilio Vaticano II, los cuales también dentro de nuestra Diócesis constituyen un don preciado del que siempre tenemos que dar gracias a Dios…; quisiera pedir a estos movimientos, que –repito- son un don, que procuren siempre que sus itinerarios lleven a los miembros a desarrollar un sentido auténtico de pertenencia a la comunidad parroquial. Como ya he dicho, centro de la vida de la parroquia es la Eucaristía, y de especial manera su celebración dominical”.


[1] Parroquias en salida. Cómo evangelizar sin recetas. VIDA NUEVA, Nº 3307. 25/2-3/3/2023. Pág. 12

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