No me gusta realizar afirmaciones tan rotundas como el título de este post, pero creo que el tema lo merece. Voy a ser claro: las empresas de apuestas y de videojuegos se están arrimando al deporte para aprovecharse de los buenos atributos que tiene, y transmitir así la confianza necesaria en los indecisos jóvenes que puedan adentrarse en su insano negocio.
En 2017 solo en Aragón se apostaron más de sesenta mil millones de euros.
La adicción a las apuestas y los videojuegos es más común de lo que se cree, es silenciosa y menos visible que otras, pero muy real. La facilidad de acceso desde cualquier terminal móvil, la posibilidad de que los menores se registren y el boom publicitario en eventos deportivos ha aumentado exponencialmente la peligrosidad de la adicción a estos actos.
El deporte es movimiento, es acción física y social, es respecto, humildad y cooperación. En definitiva, es todo lo contrario que un videojuego o una apuesta económica. Como en otras ocasiones la educación es la herramienta preventiva más eficaz, es necesario formar a nuestros hijos en el buen uso de internet, la identificación de las campañas publicitarias y el uso responsable de las tecnologías.