Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

¿»Los otros»?, no: «Nosotros».

7 de octubre de 2020

Todos hermanos. Hermanos, todos. “Fratelli tutti”. Un nuevo regalo de Francisco. Ojalá sepamos aprovecharlo muchos, para que llegue a otros muchos.  Reflexionarlo, meditarlo, actuarlo. No solo citarlo y olvidarlo rápido. Es mi invitación atrevida y humilde: no soy quién para hacerlo. Y me compromete a mí en primer lugar.

La pandemia no cesa. Sigue creciendo en España y en el mundo. Especialmente entre los pobres y en los países empobrecidos y entre los irresponsables desde los de arriba hasta los de abajo.

Seguimos, por tanto, en tiempo de reflexión. Como seres humanos es lo que estamos llamados a hacer, si queremos precisamente eso: ser humanos. Es lo que cada uno podemos y debemos hacer. Sin escudarnos en la irresponsabilidad de unos o en si los políticos están o no a la altura de la situación, más allá de partidismos o ideologías excluyentes. Ciertamente, deberían trabajar mucho más unidos.

Por eso, además de lo que cada uno o en grupos eclesiales o no eclesiales reflexionemos sobre la Encíclica “Fratelli tutti”, quiero hoy ofrecer en este artículo el número 35 de la encíclica. Nos puede ayudar, y mucho, en este tiempo que se nos ofrece para seguir en la tarea humanizadora de mejorar nuestro mundo y nuestras relaciones con los demás y con la naturaleza. Dice así:

“Pero olvidamos rápidamente las lecciones de la historia, «maestra de vida». Pasada la crisis sanitaria, la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación egoísta. Ojalá que al final ya no estén “los otros”, sino sólo un “nosotros”. Ojalá no se trate de otro episodio severo de la historia del que no hayamos sido capaces de aprender. Ojalá no nos olvidemos de los ancianos que murieron por falta de respiradores, en parte como resultado de sistemas de salud desmantelados año tras año. Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado”.

No presenta aquí ningún argumento directamente religioso. Es una reflexión válida para toda persona sea cual sea su fe o su ideología. Porque se trata, citando a Cicerón, de examinar la historia como “maestra de vida” y no olvidar más pronto que tarde sus lecciones.

Algo a lo que no deberíamos volver es a la “fiebre consumista”. El consumo depredador y ejercido masivamente en los países enriquecidos -los nuestros- y exportados artificialmente a los países empobrecidos, es uno de los causantes de muchas consecuencias totalmente negativas. Negativas para la naturaleza, para el comercio justo, para la permanencia de la pobreza en el mundo, para la entrada de enfermedades…

También esta crisis sanitaria nos puede llevar a una segunda peor reacción: “nuevas formas de autopreservación egoísta”. A pensar cada vez más en términos egoístas, buscando, por encima de todo, el propio bienestar personal y familiar, de clase, de nación… olvidando a los demás. Es el ‘sálvese quien pueda’ llevado a límites aberrantes y hostiles. Lo menos que podemos decir es que la ‘fiebre consumista’ y la “autopreservación egoísta’ es la mayor irresponsabilidad en la que podemos continuar.

Un segundo paso: no pasar sin aprender de la historia que estamos viviendo, ni olvidar a todos los que han sufrido y fallecido, especialmente los ancianos. Ni “desmantelar el sistema de salud” que en nuestro mundo occidental -España incluida, claro- avanza en favor de un sistema de salud privado que excluye cada vez más a los más pobres. Pobreza que está creciendo también, y mucho, como consecuencia de la pandemia.

Para terminar con un tercer paso, fruto de una reflexión seriamente humana y, por supuesto, cristiana. Se trata de que “demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado”. Frase a releer y meditar muchas, muchas veces.

Para terminar con esta contundencia que lo resume todo: Ojalá que al final ya no estén ’los otros’, sino sólo un ‘nosotros’”. Porque somos un ‘nosotros’. ‘Los otros’, como una realidad que nada tiene que ver conmigo y con ‘los míos’, no existen. Somos una familia. Somos interdependientes. Somos hermanos; Fratelli tutti. Si la pandemia nos lleva por esta dirección, no habrá sido en vano. Aunque sí, dolorosa y de muy larga duración

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