Opinión

Raúl Gavín

Los independentistas andan buscando a Dios

18 de diciembre de 2017

Una de mis frases favoritas de Chesterton es aquella que afirma que “cuando se deja de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa”. Es decir, que cuando se prescinde de Dios para dar sentido a nuestra propia vida, se busca cualquier sucedáneo al que se deifica y se le pide que colme nuestros anhelos de plenitud y felicidad.

Reflexionaba estos días sobre la célebre frase del escritor británico a propósito del grave conflicto que atañe a nuestro país estos últimos meses como consecuencia de la deriva secesionista de los independentistas catalanes.

Lejos de mí adentrarme en arena política. Me interesan los políticos porque me importan las personas y observo que, en el fondo, todo hombre, también los independentistas, busca sin saberlo a Dios. Y, hasta que no se produzca este extraordinario encuentro entre Dios y su criatura, están condenados a vagar por este mundo molestos e irritados porque su corazón estará inquieto hasta que no descanse en Él (S. Agustín). Como tantos otros, los separatistas pensarán que ese Dios del que hablaban sus padres no les sirve para nada, no lo han visto; solo han oído hablar de él y, como los israelitas en el desierto, han decidido construir su propio Dios, cosificar al Todopoderoso y transformarlo en su particular becerro de oro: la nueva nación separada de España. Se dicen a sí mismos: “este sí que es un Dios por el que vale la pena vivir, ir a la cárcel o hasta morir”.

Hemos sido creados a imagen de Dios. Y por tener esta impronta divina, nos vemos empujados a buscar la verdad, la justicia, la paz, la plenitud. Y estos, son atributos propios de Dios. Él es el camino, la verdad y la vida. Pensar que nuestra vida habrá tenido sentido si luchamos por un ideal tan chato como que tu región se independice de España es una menudencia porque “nunca se tiene bastante de lo que, en realidad, no se quiere (Mark Shea).

Mi diagnóstico puede resultar atrevido pero intuyo que el conflicto que venimos sufriendo en Cataluña tiene su raíz más profunda en que en esta tierra se ha dejado de creer en Dios. Los datos así lo confirman. El incremento del sentimiento nacionalista ha ido en paralelo a la «descristianización» de Cataluña, semillero tradicional de vocaciones en España. La fidelidad al partido político ha sustituido a la lealtad hacia la Iglesia; el compromiso político ha suplantado a la llamada para seguir a Cristo.

Pedir la vida a este ideal, implorar la plenitud a este sueño es como cavar aljibes agrietados que no retienen el agua (Jr. 2,13). Porque jamás un ídolo podrá colmar a un hombre ya que no tiene vida en sí mismo. Tiene boca pero no habla, tiene ojos pero no ve, orejas pero no oye… (Sal. 115)
Pecar consiste en conformarnos con menos de lo que Dios quiere darnos. Ser independiente es mucho menos de lo que Dios quiere regalarles: la verdadera dignidad, la auténtica libertad.

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