Opinión

Margarita Cabrer

Los huevos fritos que no engordan; o ¿qué fue de la verdad?

22 de febrero de 2018

Hay que ver lo que nos gusta una buena mentira.

Algunas cosas, aunque sepamos que no son verdad, nos gusta escucharlas.

Es como si buscáramos en las argumentaciones que queremos oír la justificación perfecta; la primorosa excusa  que me permita seguir haciendo lo mismo que he estado haciendo hasta ahora pero sin sentirme culpable.

Tampoco faltan hoy los pseudoestudios científicos que afirman que si tu niño miente, se «escaquea» o es egoísta, en lugar de corregirle, deberías sentirte satisfecho porque eso significa que su cerebro se está desarrollando perfectísimamente.

Conviene recordar en este punto, solo por si a alguien le interesa, que «el diablo es pecador desde el principio y padre de la mentira».

«Con demasiada frecuencia los hombres, engañados por el Maligno, se pusieron a razonar como personas vacías; y viviendo y muriendo sin Dios están expuestos a la desesperación más radical».

Gracias a Dios, las cosas están cambiando. Y, aunque  disimular y conseguir nuestros fines engañando a algún «pardillo,» sigue siendo visto en España hasta con cierta simpatía; somos cada vez más los que estamos dispuestos a dar un paso al frente, aunque sea en solitario o con la única compañía de viejas canciones de Manolo Escobar.

Quizás porque ya no escuchamos hablar en las homilías ni en las tutorías de los colegios sobre la moralidad de los actos humanos; hemos llegado a creer (quizás por omisión de quienes debían haberlo enseñado; quizás por nuestra propia pereza para buscar la verdad…) que las cosas son buenas o malas según nos convenga a nosotros. Y nada más lejos de la realidad.

Hoy son muchos los personajes a los que creímos benignos para España y han resultado tremendamente malignos. No solo de la historia reciente, sino también de la pasada.

A pesar de lo evidente, en lugar de poner a estos personajes en su sitio, preferimos “buscar el milagro” para santificarlos. Cualquier cosa antes de reconocer que nos equivocamos. Somos así: contumaces.

Una intención buena (por ejemplo, ayudar a una jovencita embarazada que teme la reacción de sus padres) no hace ni bueno ni justo un comportamiento en sí mismo desordenado. El fin no justifica los medios. Por el contrario, una intención mala sobre añadida (como el deseo de poder, la vanagloria, el ansia de dinero…) convierte en malo un acto que, de suyo puede ser bueno (como querer servir a los demás en privado o públicamente en política). Las circunstancias no pueden de suyo modificar la calidad moral de los actos; no pueden hacer ni buena ni justa una acción que de suyo es mala.

Los hombres participamos de la Sabiduría de Dios. La ley Natural está inscrita y grabada en el alma de todos y cada uno de los hombres y nos «ordena» hacer el bien y evitar el mal. Pero como ya he comentado anteriormente, en España los cristianos llevamos mucho tiempo comulgando con ruedas de molino. Muchos de quienes debieran haber sido ejemplo de caminar en la verdad han sido piedra de tropiezo.

Llamando «bueno» a lo que era malo, animando a los cristianos a callar frente a la injusticia y a la mentira, nos han hecho cómplices de esas falsedades. 

Como rescatadora activa y defensora de la vida del no nacido, me las he tenido que ver en los juzgados ante jueces justos y jueces injustos, fiscales cobardes, abogados avaros y abogados defensores de la vida, testigos falsos y testigos cobardes. Unas veces me han  dado la razón (gracias a Dios) y otras veces me han condenado injustamente (que Dios lo tenga en cuenta para perdón de mis pecados). En todas ellas he sacado una conclusión: la responsabilidad de cada uno de nuestros actos es personal.

Es verdad que España está como está; que no sabes por dónde cogerla; que educar bien a tus hijos, con un comedido cachete si es necesario es delito; pero matarlos no. Que enseñar a tus hijos varones a ser educado con las mujeres y protegerlas es denunciable; pero debo respetar que se deshonren unas con otros como si sus cuerpos fueran las mochilas del colegio que pintarrajean durante el curso escolar…

A pesar de ello sigo pensando lo mismo: la responsabilidad de mis actos es personal.

Y la de los tuyos también te incumbe a ti solo. El «todos lo hacen» no servirá de excusa. Pero tampoco servirá de excusa el “nadie hacia nada. ¿Qué iba a hacer yo solo?”, porque solos daremos cuentas ante Dios.

Por eso aviso a navegantes… cristianos, votantes provida, personas de bien en general, gente normal que solo desea vivir y dejar vivir: lo que hagas, sea lo que sea, está de acuerdo o en oposición con Dios que es la Verdad misma. 

Los discípulos de Cristo se han revestido del Hombre Nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad, desechando la mentira, deben rechazar toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias.

Querido amigo debes huir como de la peste de aquellos que buscan medrar como único  objetivo en la vida. Huye como alma que persigue el Diablo de quienes han utilizado y utilizan el dolor ajeno para ganar dinero y colocar a su familia en asociaciones y chiringuitos oficiales. A estos se les podría aplicar aquello de: “es inevitable que vengan escándalos pero…”

Una afirmación contraria a la verdad posee una gravedad particular cuando se hace públicamente. Ante un tribunal viene a ser un falso testimonio. Cuando es pronunciado bajo juramento se trata de perjurio ¿Y cuándo se hace ante los medios de comunicación social?

Estas maneras de obrar contribuyen a condenar a un inocente; a permitir que el mal siga campando y que los malignos sigan presentándose como opción aceptable a gobernar un país.

La mentira consiste en decir falsedad con intención de engañar. Dios denuncia en la mentira una obra diabólica ¡Debemos Combatir!

Claro que cuando están en juego privilegios económicos o de poder o incluso la propia subsistencia familiar la tentación es muy fuerte. Pero ni aun así, caer en ella está justificado.

No caer en la tentación, no doblegarse ante los que «molan» y hoy son bien vistos es una decisión del corazón.

Un día en tu vida te cuestionas y te planteas que vas a preferir ser fiel a la verdad antes que tener muchos amigos y que te saluden o hablen bien de ti.

Te lo planteas y decides que aunque afecte a tus hijos  aparentemente de forma negativa, el ejemplo que les darás les acompañara toda la vida…sufres…claro que sufres, principalmente por ellos;  pero decides que eso es lo que hay que hacer a la luz del Evangelio.

Y lo haces, porque donde esté tu tesoro allí estará también tu corazón. Porque nadie puede servir a dos señores. Porque si vivimos según el Espíritu debemos obrar también según el Espíritu.

El Padre nos dará la fuerza para dejarnos conducir por el Espíritu Santo y podemos confiar porque no hemos sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas.

Cuando uno piensa en lo que nuestros hermanos cristianos del resto del mundo están padeciendo por ser fieles a la fe… debería darnos mucha vergüenza nuestro doble comportamiento, como cristianos y como votantes.

Me siento entre alagada y avergonzada cuando me preguntan sobre lo que una madre a punto de abortar necesita para cambiar de opinión. ¡Como si yo supiera algo por mi misma! Lo único que sé es lo que he visto y oído de boca de estas mujeres…

Pero nadie me pregunta: ¿hay algún partido político que aspire a manejar el dinero de los impuestos en España y que sea de su confianza?

¡Qué casualidad también que de las entrevistas que me hacen hay que “cortar” por falta de tiempo los datos y la información más comprometedora contra los políticos locales y autonómicos… cortar las denuncias contra los fraudes de ley…!

Será porque nosotros, contumaces y felizmente auto-engañados  seguimos buscando el milagro que santifique a este o a aquel partido político, fundación, asociación; incluso nuestra postura actual frente al panorama político… La receta de los huevos fritos que no engordan… cualquier cosa antes de reconocer que nos hemos equivocado.

La receta de los huevos fritos que no engordan, no existe; como tampoco existe la receta de una educación de calidad sin esfuerzo. Tampoco existe una televisión libre que tan solo informe…No existe actualmente un periodismo de calidad que procure la información veraz…

Tampoco los planes de educación contra la violencia que sufre la mujer darán ningún resultado; no. No hasta que la mujer se respete a sí misma y ella vuelva  a usar la palabra pudor y la palabra privacidad e intimidad…

Los jueces no podrán emitir un juicio justo hasta que no reconozcan que Otro por encima de ellos tiene más poder y autoridad y que acabaran teniendo que rendir cuentas ante su tribunal.

Las generaciones se perderán una tras otra no importa como las llamemos; mientras se siga humillando en las series de televisión y en la publicidad a quienes  nos esforzamos en hacer lo correcto día tras día cuidando a la familia o en el trabajo rutinario mientras que personajes sin principios son objeto de admiración pública…

La Democracia no existe; y la Constitución está viciada y violada desde el principio de los tiempos…

Pero la verdad no le interesa a nadie, preferimos comprarle al charlatán la receta de los huevos fritos que no engordan, aunque sepamos que es mentira. Suena tan creíble en nuestra cabeza y nos apetece tanto que sea real…casi tanto como aquella otra mentira tan bien vendida y que le compramos sin dudar a su artífice: “Seréis como dioses”.

 

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