Continuamos con las reflexiones iniciadas la semana pasada.
3ª. Gratitud por tanta entre generosa. Una lección hermosa, en medio del dolor, ha sido el servicio de una generosa entrega por parte del personal sanitario, de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, de las Instituciones públicas y privadas y de tantas personas en servicios esenciales y no esenciales. Aquí quiero expresar públicamente mi gratitud, en nombre de toda la Diócesis de Zaragoza, a los sacerdotes, miembros de vida consagrada y fieles laicos comprometidos en movimientos apostólicos, asociaciones, cofradías de Semana Santa, voluntarios, que desde su fe, han estado al lado, de múltiples formas, ayudando, cuidando, curando a tantos hermanos. Ahora también hemos de mantener e intensificar nuestro servicio a través de la Palabra de Dios, la oración, la celebración de los sacramentos, el testimonio de la caridad. Es el momento de la creatividad pastoral y del compromiso solidario para que nuestra Diócesis de Zaragoza sea una Iglesia con corazón en tiempo de pandemia, como recoge el lema de nuestra Programación Pastoral Diocesana 2020-2021.
4ª. El servicio de la caridad y el testimonio de la solidaridad. Las consecuencias sociales, económicas y laborales se han hecho notar durante las fases del confinamiento, pero todavía serán más graves en el futuro. La Iglesia Diocesana ha sabido responder y está respondiendo, con personas y recursos, a la crisis. Por eso nuestra Diócesis dio un paso adelante de generosidad y creó un Fondo de Emergencia Covid-19, a raíz de la campaña “Hazlo Posible Zaragoza”, que seguirá adelante con otras fases para ayudar a las parroquias y a la Diócesis.
De esta manera acompañamos a las personas más vulnerables, siendo nuestra Iglesia, como pide el Papa, un “hospital de campaña”, que no deja a nadie tirado en la cuneta ni lo deja atrás. Nuestra Diócesis ha multiplicado su compromiso social y caritativo para ayudar a los damnificados y luchar contra los estragos de la pandemia, a través de Cáritas, de los comedores sociales en las parroquias, de la ayuda en las residencia de mayores, en la Mesa de la Hospitalidad, Misiones, Manos Unidas, etc.
5ª. La esperanza cristiana. Como creyentes, desde la situación preocupante, acogemos con esperanza cristiana los desafíos que plantea la crisis de la pandemia, como una llamada a la conversión pastoral, a la salida misionera, al testimonio personal y en la vida pública. Miramos al futuro con esperanza fieles al mandato del Señor, y a la luz del magisterio del papa Francisco en sus grandes documentos: Evangelii Gaudium, Gaudete et Exsultate, Amoris Laetitia, Christus Vivit, Laudato Si’.
En este camino de esperanza contamos también con los frutos del Congreso Nacional de Laicos, celebrado en Madrid, los días 14 al 16 de febrero de 2020. Este gran acontecimiento del Pueblo de Dios en salida nos ha marcado unos itinerarios que vamos a recorrer y a trabajar juntos: primer anuncio, acompañamiento, formación, presencia pública, con las claves de la sinodalidad y del discernimiento.