Opinión

Pedro Escartín

La vid y los sarmientos. Un café con Jesús

1 de mayo de 2021

Flash sobre el Evangelio del V Domingo de Pascua (02/05/2021)

El cura nos ha advertido que, cuando Juan escribió el evangelio de hoy (Jn 15, 1-8), pensaba en su comunidad, que era pequeña y contaba poco en la sociedad del Imperio. A pesar de ser un grupo marginal, inquietó a los romanos, como da a entender el memorándum del Gobernador de Bitinia al Emperador Trajano sobre los cristianos de su jurisdicción. Me ha parecido que este dato era bueno para comenzar la tertulia; así que he disparado después de pedir los cafés:

– ¡Aquellos sí que eran unos buenos cristianos! Eran pocos y marginados, pero tuvieron en jaque al poderoso Imperio Romano.

– ¡Ya te ha salido la vena triunfalista! -me ha cortado sonriendo compasivamente-. ¡Cuánto os cuesta asimilar que yo he venido a este mundo para servir y no para que me sirvan!

– Cierto, pero no está de más que los cristianos seamos reconocidos y se nos tenga en cuenta o, de lo contrario, nadie hará caso a lo que decimos -he respondido tratando de defenderme-.Sin duda. Yo también deseo que vuestra presencia en el mundo sea significativa, pero por lo mismo que sorprendió a los ciudadanos del Imperio. Recuerda que, en el memorándum de Plinio el Joven al Emperador, se decía que los cristianos se reúnen “un día determinado antes de salir el sol, cantan alabanzas a Cristo como a su dios y se obligan bajo juramento a no cometer ningún robo, asalto ni adulterio, a no traicionar la confianza, a no denegar el bien que se les ha confiado…” Y concluía afirmando que no le parecían peligrosos ni dañinos. Su modo de vivir es lo que llamaba la atención de aquella sociedad corrupta y egoísta.

– Y eso es también lo que necesita ahora nuestro mundo -he dicho en voz alta, añadiendo para mis adentros-: ¡Pero es tan difícil ser honestos, buenos y solidarios en un ambiente tan enrarecido como el de estos tiempos!

– Ya sé lo que estás pensado -me ha dicho con picardía-: que vivir así es muy difícil, porque el ambiente no ayuda. ¿Acierto? Pero tampoco ayudaba a los cristianos de la comunidad a la que Juan escribió su evangelio. Lo que pasa es que ellos se tomaron en serio mi tarjeta de presentación que se recoge en el evangelio de hoy.¿Te refieres a lo de la vid y los sarmientos? -he dicho con cara de ingenuo-.

-¡Exacto! No pongas esa cara de sorpresa y tómate en serio mis palabras: «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada». Si os empeñáis en ser honestos en un mundo contaminado por la deshonestidad contando sólo con vuestras fuerzas, os pasará lo mismo que a mi apóstol Pedro cuando juró y perjuró que iría conmigo a la muerte, y luego me negó tres veces.

-Pues, ¿qué tenemos que hacer? -he preguntado buscando una escapatoria-.

-Lo que dijo con lucidez mi anterior Vicario, el papa Benedicto: que sólo se comienza a ser cristiano “por el encuentro con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. Esa persona soy yo; aquellos cristianos se encontraron conmigo y su vida tomó otro rumbo. ¿Por qué no lo intentas? Esta unión se consigue por la fe y el amor, y se alimenta con la oración y la Eucaristía.

-Ya veo que no hay atajos. Ten paciencia conmigo.

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