La Iglesia celebra este 8 de diciembre la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María. Mucho antes de que el dogma fuese proclamado en 1854, nuestro país se había distinguido por la defensa de este privilegio, siendo declarada patrona de España y de las Indias en 1760. También la Iglesia zaragozana desde antiguo defendió lo que entonces una opinión teológica, pues su fiesta fue declarada de precepto en 1378. Además los reyes de Aragón promulgaron varios privilegios sobre esta fiesta entre 1394 y 1461.
Desde principios del siglo XVII numerosas instituciones civiles y religiosas hicieron votos o juramentos de defender esta doctrina. La universidad de Zaragoza lo hizo en 1617. El mayor impulso se dio en la ciudad en 1619 cuando, a lo largo de varios meses, los realizaron el cabildo de la entonces colegiata del Pilar, el concejo de la ciudad, varias parroquias zaragozanas (Santa Cruz, San Pablo, San Gil, San Miguel, la Magdalena, Altabás, San Felipe), la desaparecida iglesia de San Antonio Abad (en las proximidades de San Juan de los Panetes) y la familia franciscana (franciscanos, capuchinos y la Venerable Orden Tercera) y también la parroquia de Pastriz. Así, e l8 de septiembre la parroquia de San Miguel (clero y feligreses) juraron
“que en todo tiempo y lugar tendremos, profesaremos y defenderemos que la natural y verdadera concepción de purísima Virgen María fue limpia y santa y preservada de toda culpa y mancha de pecado original, y que, de ni palabra ni por escrito ni de otra manera, diremos ni enseñaremos lo contrario ni lo permitiremos, antes bien procuraremos continuando lo que nuestros predecesores, siguiendo las pisadas de los serenísimos reyes de Aragón siempre han hecho, que esto vaya en aumento y que los fieles cristianos sean instruidos e informados en tan santa, pía y loable doctrina y que siempre así lo tengan y defiendan”.
En 1621 se declaró milagroso lo sucedido en Zuera cuando salió indemne una estampa de la Inmaculada arrojada a una hoguera.
En otras localidades estos votos se hicieron con ocasión del cese de epidemias, atribuido a la Inmaculada, y que se siguen celebrando. Es el caso de Ejea, donde se recuerda el 14 de enero, el fin de una epidemia en 1773, y de Bureta (actualmente diócesis de Tarazona, pero entonces perteneciente a la de Zaragoza), que hace lo propio desde 1834 cada 23 de octubre.
A la familia franciscana pertenece las monjas de la Orden de la Inmaculada Concepción, de clausura, fundadas por santa Beatriz de Silva y aprobadas en 1511. En la diócesis están presentes en Épila (desde 1621) y Zaragoza (se agregaron a la orden en 1938; desde 1510 eran terciarias franciscanas), habiendo desaparecido los conventos de Calamocha (que databa de 1695) y Cuevas de Cañart (fundado en 1678). También le estuvieron dedicados el colegio e iglesia de los jesuitas en Zaragoza, actualmente Seminario Sacerdotal de San Carlos, y la Cartuja Baja.
En la diócesis están presentes varias congregaciones femeninas de vida activa fundadas en el siglo XIX que le están dedicadas: las religiosas de María Inmaculada (Servicio Doméstico), las Franciscanas de la Inmaculada dedicadas a la atención de niños sordomudos, las Misioneras de la Inmaculada Concepción (concepcionistas) y las Hijas de María Inmaculada (marianistas). Le están dedicados varios colegios y en el callejero urbano existen la calle Concepción y la Plaza de la Inmaculada.
En 1905 se fundó la Caja de Ahorros de la Inmaculada, ya desaparecida, que impulsó a fines del siglo pasado la construcción de una iglesia con su nombre, que se suma a las parroquias que le están dedicadas en Alfamén, Cadrete, el barrio rural de La Cartuja Baja y Alloza.