Un amigo que me lee (gracias, CR.FJ), me dice con frecuencia (y tiene razón) que en mis artículos pongo muchas veces citas de otros autores. Hoy le doy la razón un día más. Pero es que la cita lo merece. Porque es una afirmación que yo nunca me atrevería a decir o escribir, aunque coincido plenamente con ella. Pero el autor de la afirmación de hoy creo que debe ser escuchado por todos los que formamos la Iglesia. Porque él sí puede hacerlo. Y él cree que debe hacerlo. Por eso lo dice. Y con frecuencia. Copio ahora la que creo que es la última, de momento, y en un contexto muy especial: la clausura de la 18 congregación general del Sínodo 2023. El calificativo ‘la gran derrota’ es de él: Francisco (25 octubre 2023).
“O la Iglesia es el pueblo fiel de Dios en camino, santo y pecador, o termina siendo una empresa de servicios variados. Y cuando los agentes de pastoral toman este segundo camino la Iglesia se convierte en el supermercado de la salvación y los sacerdotes meros empleados de una multinacional. Es LA GRAN DERROTA a la que nos lleva el clericalismo. Y esto con mucha pena y escándalo (basta ir a sastrerías eclesiásticas en Roma para ver el escándalo de sacerdotes jóvenes probándose sotanas y sombreros o albas y roquetes con encajes).
El clericalismo es un látigo, es un azote, es una forma de mundanidad que ensucia y daña el rostro de la esposa del Señor; esclaviza al santo pueblo fiel de Dios.
Y el pueblo de Dios, el santo pueblo fiel de Dios, sigue adelante con paciencia y humildad soportando los desprecios, maltratos, marginaciones de parte del clericalismo institucionalizado. ¡Y con cuánta naturalidad hablamos de los príncipes de la Iglesia, o de promociones episcopales como ascensos de carrera! Los honores del mundo, la mundanidad que maltrata al santo pueblo fiel de Dios”.
El clericalismo (dominio de los clérigos; defendido o imitado también por laicos) hace de la Iglesia, según Francisco:
Una empresa de servicios variados.
Supermercado de la salvación.
Los sacerdotes: empleados de una multinacional.
Fomenta “el escándalo de sacerdotes jóvenes probándose sotanas y sombreros o albas y roquetes con encajes”.
El clericalismo es “un látigo, es un azote, es una forma de mundanidad que ensucia y daña el rostro de la esposa del Señor”.
El clericalismo “esclaviza al santo pueblo fiel de Dios”.
A pesar de todo: “el pueblo de Dios, el santo pueblo fiel de Dios, sigue adelante con paciencia y humildad soportando los desprecios, maltratos, marginaciones de parte del clericalismo institucionalizado”.
El clericalismo es “la mundanidad que maltrata al santo pueblo fiel de Dios”.
No sé si se puede decir más, rechazarlo más, condenarlo más.
Porque sí se puede, lo hace Francisco: “El clericalismo es una permanente tentación de los sacerdotes, que interpretan «el ministerio recibido como un poder que hay que ejercer más que como un servicio gratuito y generoso que ofrecer; y esto nos lleva a creer que pertenecemos a un grupo que tiene todas las respuestas y no necesita ya escuchar ni aprender nada». Sin dudas un espíritu clericalista expone a las personas consagradas a perder el respeto por el valor sagrado e inalienable de cada persona y de su libertad”. (Christus vivit.98) y en el nª 102 afirma: “será justamente este santo Pueblo de Dios el que nos libre de la plaga del clericalismo, que es el terreno fértil para todas estas abominaciones”.
No pasemos de largo: la plaga del clericalismo. Se podrá decir más alto, pero no más claro. O quizás sí: “Sin dudas un espíritu clericalista expone a las personas consagradas a perder el respeto por el valor sagrado e inalienable de cada persona y de su libertad”.
Sigamos al Papa Francisco: “Señor, libera a tu pueblo del espíritu del clericalismo y ayúdalo con el espíritu de profecía’”. (Homilía, 16 diciembre 2013).
“También hoy, en la Iglesia, pasan esas cosas. Hay ese espíritu de clericalismo, en el que los clérigos se sienten superiores, y se alejan de la gente, no tienen tiempo para escuchar a los pobres, a los que sufren, a los encarcelados, a los enfermos. ¡El mal del clericalismo es una cosa muy fea!” (Homilía. 13 diciembre 2016)
“El clericalismo tiene como consecuencia directa la rigidez. ¿No habéis visto nunca a jóvenes sacerdotes del todo rígidos en sotana negra y capelo con la forma del planeta Saturno en la cabeza? Ahí lo tenéis: detrás de todo el rígido clericalismo hay serios problemas. Recientemente he tenido que intervenir en tres diócesis problemas que después se expresaban en estas formas de rigidez que escondían desequilibrios y problemas morales”. (Encuentro con los jesuitas de Mozambique y Madagascar. 5 de septiembre 2019)
“Cercanía a Dios, cercanía al obispo, cercanía al presbiterio, entre vosotros, y cercanía al pueblo de Dios. Si falta una de ellas, el sacerdote no funciona y se deslizará lentamente en la perversión del clericalismo o en actitudes de rigidez. Donde hay clericalismo hay corrupción, y donde hay rigidez, bajo la rigidez, hay problemas graves”. (Al Pontificio Seminario Regional «Benedicto XV» de Bolonia. 9 de diciembre de 2019).
“El clericalismo… es una perversión, que reniega siempre la elección gratuita de Dios, la alianza gratuita de Dios, la promesa gratuita de Dios. Olvida la gratuidad de la revelación, olvida que Dios se manifestó como don, se hizo don por nosotros y debemos darlo, mostrarlo a los demás como don, no como posesión nuestra”. (Homilía – 13 de marzo de 2020.
“El clericalismo, que como tentación -perversa- serpentea a diario entre nosotros, nos hace pensar siempre en un Dios que les habla sólo a algunos, mientras que los demás sólo deben escuchar y ejecutar”. (A la Curia Romana – 23 diciembre 2021).
Ya basta, ¿verdad? ¿Para qué más?