Estamos en pleno octavario de oración por la unidad de los cristianos. Qué inmensa alegría sería ver a todos los creyentes en Cristo reunidos en un mismo rebaño con un mismo Pastor y comulgando un mismo Cuerpo, en una Iglesia grande en la que cabemos todos. Al menos en las últimas décadas se han dado pasos de acercamiento entre las confesiones cristianas, lo que es algo esperanzador. El conocimiento mutuo, constructivo, sin rencores, y que ahonde en lo que nos une superando las diferencias y las heridas del pasado mal restañadas, puede ser útil para seguir dando pasos. Quizá sea este un modo de ese “actuar siempre con toda justicia” al que nos exhorta el lema de la semana de oración por la unidad de los cristianos de este año.
Puede resultar una actitud especialmente necesaria en un mundo secularizado donde el enemigo de una religión ya no lo es tanto la fe de los demás, sino más bien el desconocimiento de la religión, cuando no la hostilidad o la agresividad hacia lo religioso. No es raro, al menos en los momentos actuales, que un creyente se entienda mejor con otra persona que profesa una creencia distinta, que con aquellos que no apelan en modo alguno a lo trascendente o incluso hacen gala de tener superadas estas cuestiones, o se mofan de lo religioso. No obstante, antes que todo esto, debemos contar con el inconmensurable poder de la oración y las sorpresas que de vez en cuando depara el Espíritu Santo con su soplo alentador, verdadera luz en nuestros pasos.
El Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos han publicado un año más, tras habérselos encargado a los cristianos de Indonesia, los materiales de oración para esta semana que podemos encontrar aquí. Estamos aún en unas fechas propicias para hacer buen uso de ellos.