Qué sabes de Dios? ¿Cómo lo imaginas? ¿Qué te gustaría saber de su corazón y de sus deseos para tu vida? ¿Cómo te sientes con respecto a Él?
Preguntas que podemos, ¿debemos?, hacernos quienes creemos en Dios. Para, con la ayuda del Espíritu Santo, ir ‘afinando’ el rostro que cada uno de los creyentes ponemos a Dios.
Pues bien, esto lo que una profesora preguntó a sus alumnos de 9 años de edad. Los chicos y chicas de esa edad respondieron de un modo fresco, limpio, sincero.
Sus respuestas pueden animar, fortalecer, cambiar nuestra imagen de Dios. Para acercarnos y relacionarnos con Él de modo filial. Porque, como muy bien sabemos, “ABBA” (padre, papá) es como Jesús llamaba a Dios: “mi Abba y vuestro Abba”, “mi Papá y vuestro Papá” (Jn 20,17).
Estas son algunas de las respuestas de las alumnas de 8-9 años:
“Mi increíble custodio. Soy muy amiga de Dios, pero no lo conozco muy bien… Yo creo que es sabio y sencillo y con unas palabras que parecen salidas de la boca de un poeta. Es también el que más ha sufrido. Así aprendió todo lo que no sabía y que todavía los humanos no sabemos. (Aria)
“Creo en Dios… Siempre me imagino a Dios con una sonrisa en el rostro y con un corazón enorme lleno de alegría y amor. Me siento muy amada por Dios”. (Marta)
“Dios es una persona confiable que, cuando tropiezas, te levanta y te ayuda a seguir caminando. Es una persona feliz de estar contigo. Sé que Dios me conoce, porque Dios tiene sus brazos abiertos a todos, pero somo nosotros quienes rechazamos su abrazo”. (Emma)
“Me imagino a Dios bueno, dulce y siempre bondadoso con todos. Lo imagino lleno de amor. y me gustaría saber muchas cosas, por ejemplo, sobre su amor, sus alegrías, sus tristezas y su felicidad. Dios lo es todo para mí. Para mí, Dios es toda la luz que existe”. (Evita)
“Dios es Padre y no le gustan los sacrificios, porque solo quiere que estemos bien y que permanezcamos fieles a Él. Dios es único y para mí también es luz de la vida y la paz. Él es sabio. Yo de Dios quisiera saber cuánto daño hacen a su corazón las mentiras, los desprecios, o cuando robamos o nos peleamos. Con Dios me siento como si estuviera en una luz que me espera con los brazos abiertos y me dice: Bienvenida al Paraíso, te he estado esperando”. (Maya)
“Sé que Dios es omnipotente y quiere que tengamos la libertad de elegir. Dios es generoso, lleno de bien y ni por un segundo tendrá en cuenta el mal. Me gustaría saber todo sobre su corazón, como qué le enfada y qué le hace llorar de alegría. Creo que quiere el bien para mí y todo lo bueno. Y lo mismo para los demás. Siento que Dios me conoce y es como si él me hubiera conocido desde siempre, porque él es el Dios del cielo y de la tierra”. (Bianca)
“Dios es Padre para todo el mundo, incluso para los no creyentes. Sé que él nos ama. Creo que Dios nos llama y nos quiere a todos”. (Silvia)
“Dios tiene un corazón de oro y sé que me está protegiendo desde arriba y me gustaría conocer su corazón para ver cuánto amor tiene. Sé que es mucho. Me siento protegida por Jesús porque es un amigo que no abandona a nadie”. (Alicia)
¿Son ortodoxas todas estas afirmaciones sobre Dios de estas niñas de 8-9 años? Creo que sí. No obstante, no olvidemos la frase tan acertada y muy conocida del sacerdote dominico alemán Maestro Eckard (1260-1328): “Pido a Dios que me libere de Dios” (de mi imagen siempre imperfecta de Dios).