La vida nos da sorpresas emocionantes, inesperadas. Y que pueden tener consecuencias importantes. Aunque, quizás, lo más decisivo es que sucedan. El hecho de suceder invita a pensar que nada está perdido del todo. Ni siquiera nuestros mayores sueños de un mundo radicalmente distinto al que estamos construyendo y manteniendo entre todos, son inútiles. Porque nuestra vida sencilla y desconocida está contribuyendo a que todo siga igual o a que, poco a poco, algo vaya cambiando. Todas nuestras acciones, aun la más sencilla, contribuyen a mejorar o a estropear nuestro mundo. Lo primero que hacemos con nuestra actuación diaria es influir de una manera u otra en nuestro pequeño mundo y en el pequeño mundo que nos rodea.
Ha comenzado esta sorpresa, según dicen las noticias ‘pequeñas’ de los periódicos, en Alemania, Suiza, Bélgica, Suecia, Reino Unido, Australia. Son manifestaciones de niños, niñas y jóvenes contra el mal trato que estamos dando a la tierra, nuestra casa común, cada uno de nosotros, las grandes empresas y muchos gobiernos. Estos muchachos y muchachas se manifestaron contra el cambio climático el pasado viernes 15 de febrero. Contra ese cambio climático que incluso niegan algunos mandamases de este mundo. Aunque ya estemos sufriendo las consecuencias. Especialmente en los países empobrecidos y maltratados por los dueños del dinero, de la economía.
Esta sorpresa comenzó el pasado mes de agosto. Una niña sueca de 15 años, Greta Thunberg, un viernes (la noticia no dice el día) decidió sentarse silenciosa, ella sola, ante el Parlamento de su país, para protestar por la falta de avances en el Acuerdo de París firmado en 2015 y que establece un plan de acción mundial contra el calentamiento global de la atmósfera.[1] Algunos países que lo firmaron ya se han retirado, entre ellos USA.
Nuestra Greta siguió, y siguió… Este pequeño gran gesto repetido fue conociéndose poco a poco. La noticia dice que fue invitada a dar una charla en el Foro Económico Mundial, en Davos (Suiza), celebrado el 21 de enero de este año. En este Foro se reúnen los jefes de gobierno de los países más poderosos y los grandes personajes mundiales de las finanzas. Algo realmente sorprendente, sin duda, esta invitación a una muchacha de 16 años ahora.
Personalmente dudo de las ‘buenas intenciones’ de quienes la invitaron. ¿Querrían controlar ya desde el principio un hecho tan insignificante para que no creciera? Pero el hecho está ahí: fue invitada, asistió, habló ante tan importante auditorio, acompañada por sus padres. La noticia dice que los señores de la política y del dinero ‘asistieron impertérritos’. Greta fue felicitada por numerosos participantes y la directora general del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, se detuvo con ella para darle ánimo (¡¡!!).
«Nunca se es demasiado pequeño» para cambiar las cosas, dice. «Soy una niña y cuando digo algo los adultos se sienten culpables», comenta la joven.
Después de su intervención la joven compareció ante los periodistas y, poco después, cumplió su decimotercera semana de huelga de los viernes frente al Palacio de Congresos de Davos. En esta ocasión se vio acompañada de adolescentes suizos que apoyan esta causa del cambio climático.
La campaña de Greta se basa en gran medida en las redes sociales, a través de las cuales ha pedido a jóvenes de otros países que un día a la semana, en lugar de ir a la escuela, se sienten frente al Parlamento o al edificio donde trabajan las autoridades locales y reclamen medidas para reducir las emisiones.
Faltar todos los viernes a clase desde que se inició el curso en Suecia parece no tener consecuencias graves en su escolaridad, en parte porque sus profesores ven con simpatía su acción y le ayudan a ponerse al día. Un dato realmente significativo: en su colegio es apoyada por sus profesores.
Pues, qué bien ¿verdad? Ya comienzan los niños. Lo más bello de todo: es esperanzador, sencillo, no tiene intereses partidistas. Sí tiene futuro.
[1] Noticia y datos tomados de EL PAÍS y EL IMPARCIAL. 22 febrero 2019