Opinión

Vicente Jiménez Zamora

Palabras de vida

Hacia un renovado Pentecostés

29 de mayo de 2020

Queridos diocesanos:

La solemnidad de Pentecostés es la culminación de la Pascua; conmemora la venida del Espíritu Santo; es la “natividad” de la Iglesia. En esta festividad celebramos en la Iglesia en España el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, bajo el lema: ‘Hacia un renovado Pentecostés‘. La celebración de este año 2020 es continuidad del gran acontecimiento del Congreso Nacional de Laicos (Madrid, 14-16 de febrero 2020). El Congreso nos invitó a ser Pueblo de Dios en salida, a ser una Iglesia que camina en sínodo, tomando conciencia de ir al encuentro de los demás, dejándonos tocar por la realidad de nuestro tiempo y sintiéndonos parte del mundo.

Celebramos la solemnidad de Pentecostés atravesada este año por la terrible pandemia del coronavirus, Covid-19. Una dura prueba que ha puesto de manifiesto que la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, este año, ha estado en la carne de nuestros hermanos y de nuestros pueblos; no una semana, sino muchas, con unas secuelas de largo recorrido, produciendo una grave crisis sanitaria, social, económica y laboral. Unas semanas que han sido santificadas por la entrega generosa, en muchos casos hasta la muerte, de sanitarios, fuerzas de seguridad, voluntarios. Esta experiencia dura nos golpea y nos interpela para que en todo momento nos duela el sufrimiento, en todas sus formas, como auténtica vivencia de la cruz redentora de Cristo.

El Espíritu Santo, alma de la Iglesia

En el centro de Pentecostés está el Espíritu Santo, que es el alma de la Iglesia naciente y de la Iglesia de todos los tiempos. El Espíritu Santo está siempre entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos de Cristo Resucitado en medio de la Iglesia y del mundo.

El Espíritu Santo nos regala sus dones y nos enriquece con sus frutos, para que tomemos conciencia de nuestra vocación bautismal, de la llamada universal a la santidad, de la responsabilidad laical en nuestras comunidades. El Espíritu Santo nos anima a potenciar la caridad política como corazón de la identidad y de la espiritualidad laica; a transmitir, desde el discernimiento, una palabra de esperanza ante los nuevos desafíos sociales, señalados en repetidas ocasiones por el papa Francisco: la economía del descarte, el grito de la casa común que es nuestra tierra, el reparto desigual de la riqueza, los ojos interrogantes de los niños que sufren la explotación y la guerra, el sinsentido de miles de refugiados y emigrantes. Estos son, entre otros, el viento y las llamaradas del Espíritu hoy, que nos deben poner en pie, en marcha, para anunciar a Cristo, para sembrar con signos de misericordia los caminos del mundo, para acompañar a los que peregrinan en valles de tinieblas, para formar comunidades cristianas abiertas, corresponsables, dinámicas, participativas, libres, hermanadas entre sí y con el mundo al que aman y al que sirven.

En continuidad con el Congreso de Laicos

La celebración del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar es continuidad para nosotros del Congreso de Laicos, que ha sido un gran encuentro de comunión, un ejercicio de discernimiento sinodal, de escucha, de diálogo y puesta en práctica, a través de una gran variedad de experiencias y testimonios, de la riqueza y pluralidad de nuestra Iglesia en España.

Ahora se trata de dar continuidad a este sueño, a este anhelo de trabajar como Pueblo de Dios, valorando la vocación laical y lo que aporta a nuestra Iglesia en el momento actual. Se trata de redescubrir la importancia del sacramento del bautismo, como fuente de donde brotan los diversos carismas para la comunión y misión. Llamados y enviados, por eso: discípulos misioneros.

En el Congreso hemos trabajado cuatro itinerarios (primer anuncio, acompañamiento, procesos formativos y presencia en la vida pública), que son los hitos que hemos de trabajar en los próximos años en la pastoral de nuestra Diócesis comunidades cristianas y, concretamente, desde la Programación pastoral y desde la delegación de Apostolado Seglar, la Acción Católica y los movimientos y asociaciones.

Además, el sueño de un renovado Pentecostés se irá haciendo realidad en la medida en que incorporemos en toda nuestra acción pastoral un estilo de trabajo pastoral marcado por dos ejes transversales: la sinodalidad  y el discernimiento

El Congreso nos ha abierto un camino y depende de nosotros el recorrerlo: arzobispo, sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos. Todos nos necesitamos para ser Iglesia en salida que anuncia el gozo del Evangelio.

Con mi afecto y bendición,

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