Hoy es día 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora y por tanto no podía dejar la ocasión para hacer como siempre una pequeña reflexión en voz alta, con vosotros. Es indudable que, a lo largo de la historia, las mujeres siempre lo hemos tenido «difícil»: hemos sido despreciadas, vejadas, oprimidas… Y a pesar de que nuestros derechos han sido poco a poco más valorados, aún hoy podemos ver atisbos de desigualdad.
El «feminismo», bien entendido, debería consistir en buscar la igualdad entre ambos sexos, pues tenemos el MISMO valor en la sociedad. En la búsqueda de esa igualdad se encuentra intrínseco la defensa de la familia; un salario desigual, desprecios y violencia a la mujer… afecta directamente a la familia y a la sociedad.
Por eso, no hay lugar para aquellas personas que se definen como feministas, y que acaparan portadas por haber entrado a iglesias con el torso desnudo, o defender la posesión de su cuerpo (incluyendo al feto como si fuera un pulmón más, al parecer). Y no. Esa forma de violencia se llama intolerancia. Esa argumentación a favor del aborto, perjudica gravemente a la mujer y a la sociedad.
Sin duda, la EDUCACIÓN es la clave para cambiar el mundo. Necesitamos educar en el respeto, enseñar a los niños y niñas desde los primeros años de su vida que el hombre y la mujer se complementan, ambos enriquecen a la sociedad, aportan valor y tienen la misma dignidad. ¡La educación es la vacuna contra la violencia y la ignoracia!
Me parece muy interesante releer estas palabras del Papa de abril del 2015 sobre esto mismo:
»Es indudable -dijo el Papa – que tenemos que hacer mucho más en favor de la mujer si queremos fortalecer la reciprocidad entre hombres y mujeres. De hecho, es necesario no sólo que se escuche más a las mujeres sino que su voz tenga un peso real, una autoridad reconocida en la sociedad y en la Iglesia. La forma en que Jesús las consideraba, en un contexto menos favorable que el nuestro, es una luz poderosa que ilumina un camino que lleva muy lejos, del que hemos recorrido sólo un tramo pequeño. Es un camino que hay que recorrer con más creatividad y audacia»