Opinión

Araceli Cavero

De ecumenismo

16 de mayo de 2018

El pasado día 5 de mayo asistí en Zaragoza al Encuentro Ecuménico Nacional de ACEMU, que tenía como lema La Misión nos llama a la Unidad.

Tengo que decir que disfruté mucho escuchando a los ponentes don Julián Ruiz, obispo de Huesca y Jaca, don Antonio Moreno, sacerdote de Zaragoza y Cristina Inogés, seglar, católica y teóloga, y compartiendo con amistades y recién conocidos temas de interés común.

Por la tarde fue el turno de las experiencias de los grupos presentes en una mesa redonda, cuyo título fue Situación actual del Ecumenismo. Los que seguimos a Jesucristo tenemos los mismos problemas y dificultades seamos de la confesión que seamos. Pero en algunas zonas del mundo más que en otras.

Había personas de España, de varios países de América Latina, de Francia y también algunos de Siria junto con su arzobispo. Estábamos de diferentes confesiones: católicos, ortodoxos, anglicanos, evangelistas, del Chemín Neuf… Perdón si no los recuerdo a todos.

Disfruté mucho escuchando a todos, solo me da mucha tristeza que todavía hay personas, incluidos sacerdotes, que no creen en el ecumenismo. Y digo yo que menos creerán en el diálogo interreligioso ¿No?

Tengo la suerte de pertenecer a una organización, la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas, que se fundó hace 118 años, y que desde que el Papa Juan XXIII apostara por este tema, sus miembros lo hemos estudiado y profundizado mucho, teniendo en cuenta que todos los papas después de él lo han apoyado, basándose en la oración de Jesús  en la Última Cena: “Padre, que todos sean uno…”. Los mismos papas han descubierto “que hay más cosas que nos unen que las que nos separan”.

Considero una riqueza compartir con otros sus ideas, sus compromisos, sus prácticas, su fe… Pienso que nadie tenemos la verdad absoluta, que Dios es más grande que todo eso, que todos podemos ¡y debemos! aprender de todos. Tengamos en cuenta esta otra oración de Jesús: “Padre, te doy gracias porque has escondido estas cosas a los sabios e inteligentes y las has revelado a los humildes y sencillos…”. Entonces, no nos creamos dueños de la verdad, porque no lo somos.

Cuando algunos miembros de la Iglesia no damos el testimonio adecuado, el Señor nos envía personajes que nos hacen reflexionar. Pensemos en san Francisco de Asís, que revolucionó a la Iglesia y a la sociedad de su época. También Lutero con su Reforma hizo que la Iglesia católica reaccionara y reflexionara, aunque quizá no lo suficiente.

El Papa Francisco nos está dando un ejemplo extraordinario, visitando e invitando a representantes de otras confesiones. Orando juntos y pidiendo juntos por la paz. Entonces ¿Porqué algunos son tan cerrados y tan fundamentalistas? ¿No creen posible estar equivocados? Creo que, como dice la canción “al atardecer de la vida me examinarán del amor…”, pues bien, creo que en ese amor que hemos dado y recibido, y del que nos van a examinar, entra también el que hemos practicado con los hermanos de las “Iglesias Separadas”, como se las llamaba hace tiempo. Nos preguntarán si los hemos acogido, si los hemos escuchado, si hemos entendido sus razones, si, en fin, los hemos tratado como hermanos, hijos de un único Dios Padre.

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