Opinión

Nerea Vigo Iglesias

Efluvios de un alma sibilina

De la nuda vita a la vita nuova

14 de febrero de 2025

En la vastedad de nuestra existencia contemporánea se desliza, casi inadvertida, la que podríamos llamar nuda vita: una vida despojada de sus ornamentos más sublimes, reducida al mero transitar del tiempo. Soberana de la mente moderna, anula la posibilidad de detenernos a contemplar la profundidad del ser. En este estado, el existir se confina a la inmediatez del consumo, a la repetición incesante de gestos que, en apariencia, sostienen la rutina, pero que en su interior carecen de la luz que solo Dios puede encender, ese mínimo de lucidez necesario para no sólo subsistir, sino trascender. La nuda vita es, en cierto modo, el crepúsculo de la conciencia donde el alma se pierde en la superficialidad y en el olvido de su verdadera esencia. La persona no es ya un remanente estelar consciente, sino un muerto viviente que en lugar de abrazar la armonía universal subyacente se abandona a vacuos placeres.

No obstante, como toda noche del alma, esta existencia se yergue como preludio necesario de un nuevo amanecer, abriéndose ante nosotros la posibilidad del tránsito hacia la vita nuova. Leía hace un par de días la obra de Dante de mismo nombre, donde esa nueva vida no es simplemente un cambio de etapa, mero salto cuantitativo, sino una profunda transformación cualitativa del espíritu que supone la invitación a mirar el mundo con ojos renovados, a percibir en cada detalle la huella indeleble del Creador, dejando que nos guíe al ritmo del latido del corazón. Es precisamente el sentimiento de amor lo que zarandea al poeta florentino, enalteciendo un alma que hasta entonces permanecía apagada o, como mucho, mínimamente consciente. Este hito en el camino supuso el primer paso hacia la que luego sería la Divina Comedia, siendo Dante ya consciente del rostro de Dios. Leyendo sus palabras descubrimos que cada instante posee una dimensión sagrada, una oportunidad para trascender la inercia del día a día y abrazar la grandeza del misterio divino.

Este paso no implica una renuncia abrupta a lo terrenal, sino una integración consciente de lo espiritual en cada acto cotidiano. Se trata de encarnar el arte de vivir con los ojos abiertos al milagro del ser, de transformar la rutina en un acto de fe y de permitir que la luz divina disipe las sombras que ensombrecen nuestro interior. La vita nuova es, por tanto, un retorno a la autenticidad del alma, un reencuentro con esa chispa celeste que, a pesar de las vicisitudes de la existencia, nos impulsa a buscar la verdad y la belleza en cada experiencia, aprendiendo de ella.

El camino desde la nuda vita hacia la vita nuova exige una audaz introspección interior, el coraje de cuestionar lo establecido y la voluntad de redescubrir la poesía oculta en la vida misma. Se trata de un peregrinaje que nos invita a soltar las cadenas de la indiferencia y a abrirnos a la intensidad de un amor que, aun silente, transforma. Es en esa entrega, la cual ha de ser consciente, donde  encontramos la llave para transitar de la desolación a la plenitud, de la tiniebla a la luz.

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