Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

“Creo que tengo el corazón negro»

27 de enero de 2021

¡Qué título, qué afirmación tan positiva he robado para este sencillo artículo! Sí, totalmente positiva la frase.   

Comienzo por lo más alto: Jesús “el Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado (C. Vat II. GS 22b). “Creo que tengo el corazón de color humano”, puede decir Jesús, sin duda alguna, para los que creemos en Él.

Y desde esa altura, bajamos a pie de calle, a lo diario. Porque sólo ‘los corazones negros’ salvarán este mundo. O mejor: los corazones que se hacen del color del otro, de sus alegrías y esperanzas, de sus dificultades y sus apuros, de sus carencias y valores, de sus posibilidades y sus fracasos…

El corazón de color alegría con los que se alegran y festejan la vida, su vida.

El corazón de color sufrimiento con quien sufre, pero abierto, en el silencio respetuoso, a la esperanza.

El corazón de color comprensión cuando alguien narra sus dolores, sus decepciones, y encuentra un corazón que anima, sostiene y fortalece sin palabras vanas y sin superioridad ofensiva.

El corazón de color solidaridad, si hacemos nuestras las carencias de los otros y colaboramos, sin cartel anunciador, con los que sufren o viven la injusticia del hambre, la pobreza o el paro.

El corazón de color ternura con el indefenso, con el débil, con el desvalido. El corazón que abraza y aprieta con cariño, aunque sea con lágrimas, pero sin blandenguerías ni postureos.

El corazón de color esperanza con los que sueñan y trabajan por un mundo nuevo y se desilusionan o no en su compromiso vital.

El corazón de color acogida al diferente, al que no piensa como nosotros, al de otra orientación sexual, al de otra raza o religión, al de otro país.

El corazón de color responsabilidad con todos y en todas nuestras relaciones, en estos tiempos de pandemia, de miedo, de dolor, de incertidumbre.

El corazón del color cuidado con todos desde el más cercano, comenzando por los mayores, hasta la creación, la casa común que habitamos y que debemos dejar más habitable para los que vienen y vendrán.

El corazón de color perdón, dado por nosotros, reconociendo nuestro error u ofensa y acogiendo con gozo y agradecimiento el perdón que nos regalan.

El corazón de color puente que no insiste en la diferencia que enfrenta, sino que impulsa un diálogo leal con los de cerca y con los opuestos en ideas y concepciones de la realidad. Corazón de color puente de los políticos entre sí para buscar juntos el bien común.

El corazón de color amor, siempre.

El corazón siempre del color del otro con quien vivo o comparto trabajo y cercanía, para experimentar la comunión, la fraternidad, el valor de la apertura y de la comprensión que sanan y enriquecen.

“Montañas de colores” unidos, asumidos y compartidos, para ir venciendo lo negativo y convertidos en albañilería necesaria para un mundo nuevo. No somos seres solitarios. La cercanía, reinventada en este tiempo de pandemia, sigue siendo una necesidad humana de primer orden. Cambiando el color del corazón, abriéndonos a los otros, encontraremos juntos el camino.

“Estoy de regreso a mi país, Colombia, después de casi 20 años de misión en Kenia.  Al terminar esta etapa de mi vida lo que aflora en mi corazón es gratitud.  ¡Gracias, Kenia!

Un misionero es rico de la gente que lleva dentro, cada encuentro es su mejor negocio, cada oportunidad de dar y recibir es ganancia, todo es humanidad.

Doy gracias, y ahora vuelvo a lo otro mío y a los otros míos, a acostumbrarme a lo que tiempo atrás tenía por familiar y a no dejar morir la alegría y la buena noticia que recibí de mi familia keniana. Creo que tengo el corazón negro”.[1]

Aquí está el origen que me sugirió lo esperanzador que resulta tener el corazón negro.

[1] Jairo Alberto Franco Uribe, misionero. Religión Digital. 23.01.2021

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