Sí, dentro de 15 días, el 23j estamos llamados a votar para elegir a nuestros gobernantes. Es un derecho que en España es respetado y cumplido. Sin peligro de ‘pucherazo’. De esto, creo que estamos seguros en nuestro país.
De lo que quizás no estemos tan seguros es que la campaña electoral sea sincera, noble, con propuestas verdaderas y no de las que se sabe que no se van a cumplir.
Si es que hay propuestas, porque parece, o más que parece, que las campañas consisten en atacar al otro partido que puede ‘ganarnos’. Escribo antes del anunciado debate Sánchez-Feijóo. Me temo que no andarán de propuestas concretas. Quizás tengamos que escuchar el consabido ‘tema’: todo lo hemos hecho bien y, al contrario, todo lo habéis hecho mal. O nosotros ‘el progreso’; vosotros, ‘la caverna’. Por ahí no vamos a ninguna parte.
Un ejemplo que evidencia lo dicho: “Sánchez pide el voto a quienes “no les gusta ni un pelo la película tenebrosa de Feijóo y Abascal”. Titular del periódico EL PAÍS, 6 julio 2023
Afirmación que podía repetir sin rubor, pero, al contrario, un periódico afín al Partido Popular o a VOX: “Feijóo pide el voto a quienes “no les gusta ni un pelo la película tenebrosa de Pedro Sánchez”. Abascal pide el voto a quienes “no les gusta un pelo…”.
Una campaña de este estilo es cualquier cosa menos una campaña electoral con propuestas posibles, realizables, esperanzadoras para todos, especialmente para los más pobres o necesitados en cualquier aspecto de la vida, de la salud, del trabajo.
Eso es lo que esperamos de los candidatos de todos los partidos, los llamados a votar -y que votaremos-. Que busquen verdaderamente el bien común de los españoles y unas relaciones internacionales basadas en la solidaridad mundial, la búsqueda de la paz y la convivencia respetuosa entre los países, volcados todos en los países y en las personas que más necesitan crecimiento y justicia.
Los políticos hacen propuestas más o menos concretas, más o menos realizables, exageradas muchas veces, o sin posibilidad de realizarlas más allá del hecho de ser pregonadas.
Nosotros, esa inmensa mayoría no afiliada a ningún partido, pero con nuestro modo de pensar y legítimas aspiraciones por el bien común, nosotros elegimos. Pensando en quienes creemos que mejor pueden hacernos avanzar hacia el bien verdaderamente común.
Nuestra conciencia cristiana nos pide, nos urge, ¿nos obliga? a votar. Según nuestros criterios personales fundamentados, lo más posible, en los criterios del Evangelio. Que no los encontraremos en los programas de los partidos. En ninguno. Es imposible. (Incluso no encontramos plenamente esos criterios evangélicos ni en los mismos cristianos y sus comunidades). Por eso estamos llamados a pensar y votar en conciencia a aquellos que más se acerquen al programa de las Bienaventuranzas (Mt 5,3-12) y al Protocolo del ‘Juicio Final’ (Mt 25,31-46). Criterio, sin duda, más que alto; pero que, sin duda, ofrece las mejores pistas para ir avanzando hacia una sociedad más justa.
Estamos todos los mayores de edad llamados a votar. Es nuestro pequeño modo y posibilidad de cooperar personalmente en el proyecto de una España más solidaria hacia dentro y hacia fuera. No podemos malgastar nuestra pequeña fuerza. Ni podemos desentendernos de la marcha del mundo. Esta responsabilidad ciudadana personal nadie la puede sustituir. Quedará siempre sin cumplir la responsabilidad del que no vota.
“Buscad sobre todo el Reino de Dios y su justicia; y todo lo demás se os dará por añadidura” (Mt 6,33). Este es el Gran Criterio. Reino de Dios: amor, paz, solidaridad, igualdad, fraternidad, … Su justicia: su misericordia… Lo demás, no tan importante, vendrá después. Se os dará por añadidura.