Opinión

Ángel Calvo Cortés

Hacia una Iglesia Sinodal

Abusos de poder

6 de febrero de 2025

Te cuento:

Durante una comida de viejos colegas salió el tema de la censura de las películas cuando nosotros éramos jóvenes (también se censuraba el teatro, la prensa y cualquier vehículo de ideas) Uno de los presentes recitó ¡de memoria! esta frase atribuida al, entonces muy conocido, jesuita Padre Ángel Ayala Alarcó: “El cine es la mayor calamidad que ha caído sobre el mundo desde Adán hasta nuestros días. Más calamitoso que el diluvio universal, que la guerra europea, que la bomba atómica. ¡El cine acabará con la humanidad!”.  Así estaban las cosas.

La censura, antes y ahora, es hija del miedo a los ideales de los demás y madre de la ignorancia. En internet, atribuyen a Franco esta frase: ¿Es que ha visto usted algún censor que no sea tonto? Desgraciadamente no todo son cosas anecdóticas del pasado. Las leyes “mordaza” para la opinión de los demás, siguen entre los temas de actualidad. Los intentos de que todos piensen como piensan los que tienen el poder, siguen.

En cuanto a la Iglesia, es evidente que los abusos sexuales están quitando atención y sensibilidad ante los abusos en el ejercicio cotidiano del poder. A veces, lo que se hace, cómo se hace y el cuándo no se hace, son variopintas formas de abusar sobre los derechos de los demás creyentes. Hay instituciones con mucha fuerza a la hora de vetar a personas y fabricar “listas negras perpetuas” no publicadas, ni justificadas. Así, para los medios de comunicación “de la Iglesia”, no para el resto, esas personas no existen. Son como excomulgadas del funcionamiento eclesiástico. ¿Es un nuevo modo de corrección fraterna?

Una forma de abuso de poder es dejar el tema problemático siempre para más tarde. Tampoco es raro, dar otro significado a las palabras para afirmar que “eso ya se hace” o incumplir, sin más, prescripciones diocesanas no derogadas. Un dato: No sólo en parroquias rurales, sino también en ciudades de diócesis grandes no han oído hablar nada del Sínodo recién celebrado, ni del subsiguiente Magisterio Ordinario aprobado por el Papa. Cierto clero, obispos y curas, se han encargado de que este ocultamiento se haya producido, aunque no se arriesgan a manifestarse claramente contra el Papa. Esta actitud ante el Sínodo de la mayor parte del clero retrata bien a la Iglesia española dominante.

Esto no es la TRANSPARENCIA EXIGIBLE, que ahora es Magisterio Ordinario de la Iglesia. Cambiar de mentalidad es difícil, pero no imposible. Errar es comprensible. La situación no es fácil. Tenemos que ayudar mucho a nuestros curas y obispos, rodeados a veces por un colchón de personas afines, que les impiden percibir la realidad, para que den el paso a mejorar las diócesis de forma sinodal. Sugerencias razonadas y encuentros informales pueden hacer más cordiales las relaciones. Tomar café juntos, no siempre es perder el tiempo.

Las instituciones “supra-episcopales” deberían implicarse en el grave tema de los abusos de poder. Dios le dijo a Ezequiel que, si no denunciaba la situación, el profeta cargaría con la culpa (Ez 3, 18). El silencio puede ser complicidad.

El reto que supone la oportunidad de una Iglesia revitalizada y viva, que no sea una “grupo estufa” rutinario, lo tenemos en nuestras manos. Si fallase por alguien, que no sea ni por ti, ni por mí. Un abrazo sereno y alegre.

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