“Queremos que el bien que hace CECO llegue a todos los rincones de Aragón”

Rocío Álvarez
13 de noviembre de 2018

La Asociación de Ciegos Católicos Españoles Organizados (CECO) celebra su XXV aniversario. Una ocasión que ha querido festejar con un cupón especial de la ONCE que podrá adquirirse del 21 al 28 de noviembre y se sorteará el mismo 28. Este cupón está ilustrado con su logo antiguo (videntes e invidentes dándose la mano alrededor del mundo) y el actual (el icono de un ciego formado con las letras de su lema: ‘Oración, formación y servicio’). Este aniversario ha servido de excusa para conocer una realidad tan preciosa como escondida: una asociación con sede en Zaragoza, donde nació, gracias a Luis García Martínez de Aguirre, en 1993.

El origen

Luis García Martínez de Aguirre.

Su fundador nació en Zaragoza en 1931, en una familia cristiana y numerosa. Durante su infancia, perteneció a los grupos infantiles de Acción Católica. Quiso ser misionero pero una enfermedad en los ojos se lo impidió. Se casó y tuvo dos hijos. Siempre vinculado a Acción Católica, participó activamente en la parroquia de Santa Engracia. Con 60 años se quedó ciego. En la ONCE recibió rehabilitación, le enseñaron braille, y aprendió a vivir de nuevo. Sin embargo, observó una carencia: la atención religiosa.

Según recuerda su esposa Rosa, Luis tenía dos inquietudes: “Que los ciegos reciban cultura, que estudien y se preparen más; y que tengan formación cristiana, se apoyen entre sí, se animen”. Esta inquietud le llevó a asistir en 1993 a la asamblea de la Federación Internacional de Asociaciones Católicos de Ciegos (FIDACA) que tuvo lugar en Suiza. Luis volvió de aquel encuentro con la ilusión de hacer algo parecido en España. El pequeño grupo que ya se reunía se hizo más grande, empezaron a expandirse y así surgió CECO.

El lema

Carmen y Sonia posan con el diseño del cupón de la ONCE dedicado al aniversario de CECO.

Las bases que mueven el espíritu de la asociación son ‘Oración, formación y servicio’. Son las piedras angulares de su modo de vida. Y eso se traduce en la alegría desbordante de sus miembros. Conocer a Carmen Floría (coordinadora de CECO en Zaragoza, invidente) y Sonia Fernández (socia y activa colaboradora, invidente) no deja indiferente. Remueve. Asombra. Contagia. Inspira. Ellas escuchan, sonríen y ríen. Y lo hacen con una naturalidad, desparpajo y humildad que acaban desmontando los estereotipos más extendidos.

También conmueve la voluntaria que les acompaña, ella no es invidente, “es nuestros ojos”, dice con cariño Carmen. Esta voluntaria es también socia de CECO, porque a esta asociación pertenecen por igual invidentes y videntes que conectan con este colectivo. Participan igual de las actividades, de sus reuniones. Son sus ojos, pero unos y otros se aportan y enriquecen. “Somos una familia”, dice esta voluntaria.

Oración y formación. Se reúnen el cuarto sábado de cada mes en el local que tienen reservado en la ONCE (Pº Echegaray Caballero, 76). Allí leen el evangelio del domingo siguiente, y tienen una charla de un sacerdote o algún experto de temática sanitaria y social. El consiliario de CECO en Zaragoza es el sacerdote Julián Díez.

Servicio. “Visitamos a personas que están solas, en residencias -cuenta Carmen- pero hoy en día casi tenemos suficiente con las personas mayores que son del grupo y que no pueden salir de casa”. Sonia añade: “Estamos pendientes unos de otros, nos llamamos para los cumpleaños y lo celebramos con pastas y dulces cuando nos reunimos. Las pastas es lo de menos, lo que cuenta es el detalle”.

Una pastoral de la discapacidad

CECO está integrado como movimiento dentro de la delegación de Apostolado Seglar. También están en contacto con la delegada de Pastoral de la Salud en Zaragoza, Pilar Molina. Piensan que pueden llegar, a través de su labor, a los enfermos que tengan deficiencias visuales.

Sin embargo, “no somos enfermos, sino discapacitados”, dicen a coro Sonia y Carmen. Y la voluntaria añade: “Cada año hay una asamblea nacional de CECO. Este año ha sido en Madrid. Allí se defendió que los ciegos y los sordos no son enfermos, con lo cual, no encajan en la Pastoral de la Salud. Tienen limitaciones propias. Debemos trabajar por un modo de estar en la sociedad y en la Iglesia igual”.

Que se entere todo Aragón

Carmen y Sonia tienen el deseo de que esta realidad llegue a todos los rincones. Que el bien que hace esta asociación pueda llegar a todos y, en concreto, a todos los invidentes de Aragón. “Nos encantaría que hubiera sede de CECO en Huesca, en Teruel, y donde haga falta, que se atienda bien a los ciegos que desean un servicio religioso y espiritual”. Carmen y Sonia enseguida ofrecen sus correos y teléfonos, “para que nos pregunten lo que quieran”.

Carmen explica que “en CECO podemos ayudarnos, nos comprendemos mejor que una persona que ve, porque tenemos la misma problemática”. Sonia asegura que “las reuniones son muy interesantes”. Y la voluntaria afirma: “Todo el mundo se va más feliz de lo que ha llegado”.

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