El debate sobre ‘comunicación y posverdad’ centra el XXIV Encuentro de Colegios Diocesanos

Diócesis de Zaragoza
9 de noviembre de 2018

Las comunidades educativas de los centros Buen Pastor, San Valero y Santo Domingo de Silos se reunieron en las instalaciones de este último el pasado 8 de noviembre para celebrar un encuentro que ha alcanzado su vigésimo cuarta edición. En el acto, que estuvo presidido por el arzobispo don Vicente Jiménez, el profesor de Comunicación de la Universidad de Murcia Arturo Merayo pronunció una conferencia sobre los desafíos de la posverdad en el ámbito educativo. En el mismo evento, se presentó la unidad didáctica ‘San Valero, patrón de Zaragoza y su diócesis’, preparada por un equipo interdisciplinar formado por docentes de los colegios diocesanos y en el que han participado las delegaciones episcopales de Enseñanza y para la Aplicación del Plan Pastoral.

Tras el saludo del director del Silos y la oración inicial, Merayo destacó cómo la labor del educador en estos momentos no es tanto la transmisión de saberes -todos ellos al alcance de Google y cualquier smartphone en un click-, sino el despertar la identidad de las personas que han sido puestas en sus manos para ser educadas. Los niños y jóvenes que están en los colegios pertenecen a la llamada ‘Generación Z’ y “sin wifi su vida no tiene sentido”. Viven en un ecosistema mediático, cuyos principales valores son globalidad inmediata, instantaneidad, facilidad de acceso, oferta ilimitada de informaciones y bajo coste o gratuidad. Si a todo esto se suma la creencia de que la realidad objetiva no existe, aparece lo que ha sido llamado posverdad y que, según el Diccionario Oxford, fue la palabra del año 2016. ¿Qué es posverdad? La distorsión deliberada de una realidad, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales,  en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales. Al final la posverdad se convierte en una “posmentira” -la llamada mentira emocional- y la “opinión pública pasa a ser emoción pública”. Frente a esto, la misión del educador es “señalar rumbo, proporcionando inspiración y sentido”, señaló Merayo, quien concluyó en un tono de llamada: “Dejen de asombrarse por la posverdad y decídanse a ganar el futuro con optimismo”.

Por su parte, el Arzobispo llamó a la esperanza y repitió muy significativamente las palabras “muchas gracias” dirigidas a quienes con su trabajo mantienen la dimensión educativa de la Iglesia. Al final del acto, los numerosos asistentes pudieron compartir un ágape fraterno.

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