Opinión

Alejandro González-Varas Ibáñez

El clima social

5 de octubre de 2018

Que las cosas salgan adelante dependerá, en ocasiones, del clima social o contexto que generemos entre todos. Por eso, avanzo la conclusión: tenemos (los cristianos también) que estar activos en la sociedad e intentar generar unas tendencias y la creación de un clima que dé lugar a que lo que proponemos sea acogido con naturalidad.

Pongo un ejemplo, cercano de aquello a lo que me dedico que es el Derecho. En lo que va de año, el Tribunal Constitucional ha dictado nada menos que diez sentencias que afectan directamente a algo tan importante como la libertad de enseñanza y la libertad religiosa. En la mayoría, se discutían cuestiones como que la religión pueda ser una asignatura que se imparta en los centros de enseñanza, la legitimidad de la educación diferenciada, o el régimen los conciertos educativos. El resultado ha sido positivo en todos los aspectos y las argumentaciones bien trazadas… pero ha habido tantos votos particulares –algunos ciertamente agrios y corrosivos- que la situación se ha salvado por poco. A un ligero cambio en la composición del Tribunal, veremos a ver con qué nos encontramos.

Por su parte, el Tribunal Supremo ha confirmado este mismo año que debe impartirse religión en los dos cursos de Bachillerato (aparte de niveles inferiores). Sin embargo, ha aceptado la reducción horaria que han realizado varias Comunidades Autónomas a solo 45 minutos semanales, desde primaria hasta bachillerato.

De momento, se van sorteando los obstáculos (y no todos, como acabo de exponer), y no siempre holgadamente. Pero ¿qué pasará el día que cambie la composición del Tribunal Constitucional? ¿O qué dirá el Supremo ante nuevos cambios normativos que limiten el ejercicio de la libertad religiosa o de enseñanza? ¿Podemos quedarnos parados confiando en que las instituciones al final funcionen? No, no podemos. Las instituciones las componen personas, y deciden según un criterio en el que influye su educación, el ambiente social, las creencias e ideologías que existen, etc… Los tribunales aplican unas leyes escritas por seres humanos, que se rigen por criterios de ese tipo. Por tanto, o nos movemos para que en la sociedad se vea normal y se conciban como verdaderos derechos lo que de momento hasta ahora se ha entendido como tales, o el futuro no estará tan seguro. En definitiva, o creamos “clima” y ambiente, o lo harán otros, y esto con resultados imprevisibles. Voy más allá: no se trata solo de que se resuelvan adecuadamente y de un modo justo los problemas que nos afectan, sino de que el ejercicio de nuestros derechos naturales no se llegue a concebir como un problema. Es decir, no se trata solo de que se salve la asignatura de religión cada vez que se discute, sino de que llegue a verse como algo normal su existencia para que ni siquiera surja un problema que resolver.  Quizá no podamos llegar más allá de nuestra familia (una vez más, qué importante responsabilidad la de educar a los hijos) o amigos cercanos, pero ya es un movimiento que genera energía.

El ambiente está muy frío. Pero si no hacemos nada por caldear el clima social, se volverá helado.

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