Hace muy poquito se presentó un libro sobre la vocación sacerdotal titulado “Se buscan rebeldes, y después que sea lo que Dios quiera”. He tenido ocasión de leerlo, y de disfrutarlo. Y que mejor ocasión que ahora que se avecina el Sínodo de los jóvenes.
La verdad, es que ya era hora de que apareciese un libro sobre el tema en cuestión para jóvenes. Un libro apasionante. No porque nos cuente nada nuevo, sino porque nos cuenta lo de siempre de una manera nueva.
Son ellos, los propios jóvenes, los que nos narran sus vidas, y cómo en ellas han ido descubriendo la mano de Dios.
En él te encuentras de todo, todo tipo de aventuras alegres o tristes de las que Dios se ha servido para que los protagonistas se percataran de su llamada. Porque Dios llama igual que siempre, el problema es que muchas veces tenemos puestos en las orejas del alma unos tapones de los buenos.
El libro da que pensar. A mí me ha hecho pensar. Especialmente me devanaba los sesos con el hecho de que cada uno de los testimonios culminaba con una explosión de alegría. La alegría de estar donde uno debe estar.
También el título me ha llamado la atención. Un buen título, sin duda. Rebeldes. Rebeldes del mundo corrompido por el materialismo, la comodidad, la impaciencia, etc. Rebeldes frente a los estereotipos. Rebeldes frente al odio. Rebeldes frente a la falta de amor.
Y me decía para mis adentros: Hacen falta rebeldes, muchos rebeldes. Más aun, necesitamos rebeldes. Y es que estos jóvenes rebeldes (y muchos más) van a cambiar el mundo. Estoy convencido.
Así que si eres joven, léetelo. Disfrútalo. Y no sé, igual también eres un rebelde.