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Comentario dominical: 2 de septiembre de 2018

Diócesis de Tarazona
27 de agosto de 2018
Domingo XXII del tiempo Ordinario

“Para los cristianos la voladura del edificio de las tradiciones judías, no es para ellos destrucción sino descubrimiento más profundo de la voluntad de Dios. La religión de los labios, de la palabra externa que se vuelve mentira (hipocresía) y no permite que llegue al nivel del corazón, de la apertura a Dios, del encuentro universal entre los hombres, no es la auténtica religión querida por Jesús. Allí donde los alimentos son todos puros, donde la comida ya no separa sino que une, donde cesan las distinciones de judíos y gentiles (Gal. 3,28) ahí sólo queda fe y “seres humanos”. La tarea de unificar a los seres humanos desde el corazón y no a través de separaciones religiosas, es el centro del evangelio”.  (PIKAZA)

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,1-8.14-15.21-23):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.) 
Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?»
Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.» Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.»
Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»

COMENTARIO-REFLEXIÓN

En esta controversia de Jesús con los fariseos y escribas que venían de Jerusalén, el propio Jesús les recuerda unas palabras del profeta Isaías:» Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”. (Is. 29,13). Según esta frase vamos a reflexionar sobre lo que significa eso de tener el corazón cerca o lejos de Dios y las consecuencias que esto conlleva.

1.- ¿Qué pasa cuando el corazón humano está cerca de Dios?

Cuando nuestros primeros padres estaban en el paraíso, antes del pecado, Dios estaba cerca de su corazón. “Yahvé bajaba a pasear con ellos a la brisa de la tarde” (Gn.3,8). Todo era bello. Estaban en paz    con Dos, con ellos mismos, con los animales y con  toda  la creación.  Cuando  el corazón humano está cerca de Dios, nos convertimos en un jardín. Moisés estaba pastoreando el rebaño por el desierto y tuvo una gran visión: Una zarza que ardía sin consumirse (Ex.3). Imagen sugerente, evocadora de un Dios que arde en llamaradas de amor, en llamaradas de felicidad, en llamaradas de vida. Ese fuego de amor es el que Jesús ha venido a traer a este mundo y quiere “que el mundo esté ardiendo”  (Lc. 12,49). Los hombres y mujeres de este mundo necesitamos “arder por dentro” e irradiar amor, alegría, esperanza, ilusión, ganas de vivir.   Por eso necesitamos tener el corazón “cerca de Dios”.

2.- ¿Qué pasa cuando el corazón humano está lejos de Dios?

El Dios-Amor sólo tiene palabras de amor. Si no puede hablar desde el amor, se calla. Y  entonces desaparece la palabra de Dios. Y es precisamente entonces cuando aparece la palabrería humana: los falsos profetas, los hipócritas, los  cultivadores de tradiciones humanas y de un culto vacío y viciado. Dios no está de acuerdo y se queja:” “Cuando extendéis las manos para rezar, aparto mis ojos de vosotros; aunque menudeéis una plegaria, no os escucho. Vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, purificaos, alejad vuestras malas acciones de  mis ojos. Dejad de hacer el mal, buscad lo que es justo, socorred al oprimido, hacer justicia al huérfano, defended a la viuda” (Is. 1,15s). Cuando uno aparta su corazón de Dios, la casa se queda fría, vacía, sin vida.

3.– Lo que sale de dentro.

Con esta frase, Jesús quiere llevar las normas del comportamiento humano al interior de la conciencia, devolviendo así al hombre toda su dignidad. . Es la persona la que debe decidir desde dentro con su libertad. Lo dice muy bien el Con. Vat. II “Por su interioridad el hombre es superior al universo entero; a esa profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios lo aguarda, escrutador de los corazones, y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino” (GS. 14). Las cosas han salido buenas de la mano del Creador y no las pueden hacer malas las costumbres y tradiciones de los hombres. “Jesús rechaza la distinción judía entre lo puro y lo impuro, entre una esfera religiosa, separada, en la que Dios está presente y una esfera ordinaria, cotidiana, en la que Dios está ausente. No se nos purifica de la vida cotidiana para encontrar a Dios en otra parte:  se nos debe purificar del pecado que llevamos dentro de nosotros” (A. Pronzato).

PREGUNTAS.

1.- ¿Siento que mi corazón late cerca de Dios?. ¿Qué emociones me produce?

2.- ¿Me he sentido, a veces, lejos de Dios conscientemente?  ¿Ha tenido alguna repercusión en mi vida ordinaria?

3.- ¿Soy consciente de la dignidad que Dios me ha dado por el hecho de ser persona? ¿Se lo agradezco?

ORACIÓN

Este evangelio, en verso, suena así:

Señor, !qué lección tan bella

proclamas en tu Evangelio!

Denuncias la hipocresía

de los falsos fariseos.

Honran a Dios con los labios,

practican un culto externo,

pero no lo aman de veras.

Su corazón está lejos.

Para Ti, Señor, no sirve

cumplir humanos preceptos.

Lo que da valor al hombre

es “lo que sale de dentro”.

Tú nos aclaras, Señor,

que “el corazón es el centro”,

donde la persona cuida

la flor de sus sentimientos.

Y muchas veces, Señor,

clavamos a sangre y fuego,

en Dios y en nuestros hermanos,

“espinas” de sufrimiento.

Danos a todos, Señor,

un corazón noble y bueno:

Que sea fuente de amor,

misericordia y consuelo.

Haz que nuestro corazón

responda como el almendro:

Que, cuando recibe un golpe,

suelta una lluvia de besos.

(JOSE JAVIER PEREZ BENEDÍ)

 

PDF:  2 de septiembre

Autor: Raúl Romero

 

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