Si tu hermano peca, repréndelo a solas.
1.- Oración
Señor, hoy quiero darte gracias, ya dese el comienzo de esta oración, por el derroche de bondad, de cercanía, de delicadeza, que aparece en este texto a la hora de corregir a los hermanos. Tú no quieres que la cizaña estropee el trigo, pero tampoco quieres que, al arrancar la cizaña del pecado, se lleven también el trigo de la persona. Por eso no tienes prisa y esperas el momento oportuno. ¡Qué enseñanza tan bonita para las comunidades cristianas! Dame hoy a mí esa delicadeza, ese equilibrio, ese cuidado, a la hora de corregir.
2.- Lectura reposada de la Palabra del Evangelio: Mateo, 18,1-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión
Todo el capítulo 18 de Mateo, llamado “discurso comunitario” está encaminado a poner las bases cristinas para que un grupo cristiano pueda funcionar. Jesús sabe muy bien lo difícil que es siempre la convivencia. En el relato de hoy se nos habla de la “corrección fraterna” Jesús no habla de cualquier tipo de corrección sino de la “fraterna”, de esa nueva forma de convivir los que creen en un Dios, Padre de todos. No se puede dar corrección fraterna si no hay amor fraterno. Una corrección sin amor puede herir a los hermanos. San Agustín decía muy bien: “Sólo aquel que ama puede corregir, porque si corrige, corregirá con amor”. El fin de la corrección fraterna no es el conservar la autoridad o mantener el orden. Eso cabe en un cuartel, pero no en la Iglesia de Jesús. El fin de la corrección fraterna lo pone muy bien Jesús cuando dice:” Así habrás salvado al hermano”. Lo importante es ganar al hermano. Y para eso el evangelio cuida mucho el modo de hacerlo. “A solas entre los dos”. A solas no se humilla a nadie; a solas se abre mejor el uno al otro; a solas puede uno ir por delante con humildad, diciendo: yo también soy pecador y más que tú. En la vida podemos decirnos todo, con tal de saber decirlo. Con la mejor voluntad un superior puede corregir al inferior, incluso teniendo toda la razón. Pero, con la razón en la mano, ha dejado herido el corazón del hermano. Y, en cristiano, “una verdad dicha sin amor, deja de ser verdad” (K. Bart).
Palabra del Papa
Las etapas en este itinerario indican el esfuerzo que el Señor pide a su comunidad para acompañar a quien se equivoca, para que no se pierda. Es necesario ante todo evitar el clamor de la crónica y los chismes en la comunidad. Esto es lo primero que hay que evitar. ‘Ve, amonéstalo, tú y él solos’. La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad, atención hacia quien cometió una culpa, evitando las palabras que puedan herir y asesinar al hermano. Porque ustedes saben que las palabras matan. Cuando hablo mal y hago una crítica injusta, cuando descarno a un hermano con mi lengua, esto es asesinar la reputación del otro. También las palabras asesinan. ¡Vamos, con esto, seriamente! Al mismo tiempo esta discreción, de hablarle estando solo, tiene la finalidad de no mortificar inútilmente al pecador. (S.S. Francisco, Ángelus del 7 de septiembre de 2014).
4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Guardo silencio)
5.- Propósito: Si hoy tengo que llamar la atención a un hermano, lo haré con mucha humildad y mucho amor.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, he comenzado dándote gracias y termino de la misma manera, pero con más intensidad. Esos detalles tan bellos de amar al hermano, corregirle a solas, no herirlo, intentar ganarlo con humildad y cariño, son las formas normales en una convivencia cristiana. Y eso es lo que Tú, Señor, quieres de nosotros. Ojalá que el evangelio impregne toda nuestra vida.
PDF: 14 agosto
Autor: Raúl Romero