Antonio Gómez Cantero, obispo electo de la diócesis de Teruel y Albarracín: “No es cuestión de grandes masas, sino de hacer el Evangelio actual en esta sociedad”

José María Albalad
11 de diciembre de 2016

A la espera de ser ordenado obispo el 21 de enero, Antonio Gómez Cantero explica a los lectores de “Iglesia en Aragón” el desafío de esta nueva encomienda papal.

¿Cómo se enteró de la noticia?                                                                                                                                         Fue el domingo 30 de octubre. Era mediodía y estaba hablando con un joven. Vi que rugía el teléfono y ponía: “Señor nuncio”. Lo dejé pasar. Al terminar, le devolví la llamada y me preguntó si podía acudir al día siguiente a la Nunciatura. No sabía para lo que era. Al llegar, me dijo que el papa había pensado en mí para la diócesis de Teruel y Albarracín, y que tenía que guardar silencio hasta que se comunicara el 17 de noviembre.

¿Qué sintió?
Salí tranquilo y seguí organizando cosas de la parroquia incluso para el próximo año. Intentaba disimular, pero algunos me notaban distinto: “Antonio, ¿te pasa algo?”. Estoy abrumado. Pensar que voy a ser sucesor de los apóstoles me crea demasiada responsabilidad y también demasiado honor, orgullo.

Una puerta se cierra, pero otra se abre…
Voy a echar mucho de menos Palencia, pues allí dejo toda una vida. Estoy recibiendo numerosas cartas y mensajes que me hacen llorar. Tengo sentimientos profundos, de cariño. Aunque, al mismo tiempo, ya me gustaría estar en Teruel y Albarracín sirviendo a su pueblo.

¿Cómo afronta la nueva etapa?
La diócesis de Teruel lleva 500 años funcionando sin mí. No puedo entrar como un elefante en una cacharrería. Me subiré al carro, tiraré de él, pero no soy un gerente de empresa. La Iglesia somos todos, todos somos el cuerpo de Cristo. El obispo está para alentar al pueblo santo de Dios. Y ello exige escuchar y dialogar mucho en diversos momentos, dejando poso en el corazón. Esa es la tarea.

¿Le ha dado tiempo a delimitar algún reto?
Voy a una diócesis que está muy bien organizada. Sé que tenemos el problema de un clero envejecido y el de la despoblación. Tendremos que ser creativos para llegar a los pequeños núcleos de población. No es cuestión de muchas masas de gente, sino de intentar vivir en comunidad, en Iglesia, con los que hay, para hacer el Evangelio actual en esta sociedad.
Y en la futura, porque conecta muy bien con los jóvenes…                                                                              El mundo de los jóvenes me llena. Estoy muy metido, sé qué ilusiones y problemas tienen. A veces se les hiere muy jovencitos. Hay que ayudarlos a mantener un corazón unido. Yo estaré abierto para hablar con el que quiera. Daré mi teléfono y permaneceré ahí. Siempre. Pienso que hay que cuidar mucho la pastoral infantil, adolescente y juvenil, como ya se está haciendo en la diócesis de Teruel y Albarracín, por lo que veo en la web.

¿Puede anticipar su lema a los lectores de “Iglesia en Aragón”? Ya está pensado, pero lo tenía guardado (risas). Tiene algo que ver con Emaús. Pienso que este relato es la catequesis más bonita para el siglo XXI. Hay mucha gente que ha oído hablar de Cristo, pero lo ha dejado. Descubrirle en la palabra, en el camino de la vida, “al partir del pan”, es volver a la Iglesia con alegría renovada, aunque sea de noche.

¿Ha elegido usted la fecha de la ordenación?
Sí, la he pensado bastante. El 21 de enero es Santa Inés, hermana de leche de Santa Emerenciana, patrona de Teruel que se celebra el día 23. De esta forma, el sábado 21 me ordenarán en Teruel, el domingo 22 iré a celebrar a la catedral de Albarracín y el lunes 23 estaré en la parroquia de Santa Emerenciana, en su festividad como patrona de los turolenses.

¿Quién le ordenará?
El ordenante principal será el arzobispo de Zaragoza, don Vicente Jiménez Zamora, que estará acompañado por el cardenal Ricardo Blázquez y el nuncio de su santidad, monseñor Renzo Fratini.

Va a estar cerca del Pilar…
Yo soy muy mariano. Nací en mayo, hice mi primera comunión en mayo, me ordené en mayo… Por ello, María es muy importante en mi camino espiritual. Supone todo un ejemplo de fidelidad. Por lo pronto, toca celebrar la Inmaculada.

La película “Un Dios prohibido” le acercó a Barbastro, ¿no?
He actuado en distintas películas y cortos vocacionales. “Un Dios prohibido”, que narra el momento histórico en el que fueron asesinados 51 miembros de la comunidad claretiana de Barbastro, me hizo muy sensible a la realidad de los mártires.

Tanto que camina hacia Teruel apoyado en Anselmo Polanco…                                                            Mi querida Palencia es la tierra del beato Anselmo Polanco, que murió mártir siendo obispo de Teruel. Desde que acepté esta misión, me he encomendado a él. Tengo en mi despacho una reliquia suya, y cuando me llamó el nuncio, justo estaba leyendo un libro sobre su biografía. ¿Casualidad? Más bien, pienso que fue una de las “carambolas de Dios”.

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