Carta del Arzobispo de Zaragoza: Con la vista puesta en el 7 de junio

Carlos Escribano Subías
25 de abril de 2025

Estamos inmersos en el tiempo Pascual, tiempo de alegría. La secuencia de la Misa del día de la mañana de la Resurrección sigue asombrándonos: “¿Qué has visto de camino, María, en la mañana? A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!”. Os invito a vivir esta Pascua bajo el signo de la esperanza y recorrer la cincuentena Pascual juntos, como Iglesia diocesana, redescubriendo nuestra vocación bautismal.  

Iniciamos la última parte de este curso pastoral marcado por el lema: “Asamblea de llamados para la misión”. Tres palabras que se corresponden con una triple intención a subrayar y, a la vez, con tres eventos que queremos celebrar juntos, como Iglesia diocesana. 

“Asamblea” viene a recordarnos el camino sinodal que estamos recorriendo de la mano del papa Francisco. Nos sentimos parte de un pueblo que camina unido y que vislumbra en su horizonte cercano la acogida de las conclusiones sinodales. Al iniciar el curso tuvimos un encuentro en el Colegio salesiano, en el que pudimos discernir por vicarias por donde queríamos que fuese trascurriendo nuestro curso pastoral. Tareas reflexionadas y compartidas para seguir ilusionados en nuestros retos evangelizadores. 

En el mes de febrero nos sentimos “llamados”. Fue un mes marcado por el Congreso nacional sobre las vocaciones en el que participaron más de cincuenta congresistas de nuestra diócesis. Un encuentro para dar gracias cada uno por el privilegio de sentirse llamado por el Señor en su vocación específica y por el reto de construir juntos una cultura vocacional. A la luz de esta reflexión, tuvimos nuestro segundo encuentro diocesano para recoger en Zaragoza los ecos del Congreso. El reto de sentirse llamado debe suscitar en nosotros una respuesta clara y audaz para ser evangelizadores con espíritu, auténticos discípulos misioneros. 

Y, como os decía, nos adentramos en la última parte del curso. “Para la misión” describe bien a las claras el objetivo larvado en toda la tarea desarrollada en este curso pastoral. Sí, somos misioneros, evangelizadores que descubren, agradecen y se comprometen con la dimensión profética que surge de nuestro bautismo. 

También en este final de curso celebraremos juntos la misión que se nos ha encomendado. En esta ocasión en un espacio público: la plaza del Pilar. En ella celebraremos una fiesta de Pentecostés novedosa de la mano de la Virgen, a la que pedimos que nos ayude a ser Iglesia en estado de misión permanente. 

Se que quedan algunas semanas, pero os pido que os reservéis la fecha, el 7 de junio a la caída de la tarde, para que podamos participar juntos en la Plaza del Pilar de este momento celebrativo, para dar testimonio de nuestra fe y sentirnos fortalecidos en el envío misionero. Nos irán informando de cuestiones más concretas y seguro que también tu personalmente o tu grupo podéis echar una mano en la organización y animar a todos a la participación. 

Somos el pueblo de la Pascua y caminamos en esperanza. Os animo a vivir este tiempo de gracia como un gran regalo del Espíritu Santo y de nuestra Madre la Virgen María. 

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