Francisco, profeta de esperanza y pastor de los pobres

Vicente Rebollo Mozos
21 de abril de 2025

La noticia del fallecimiento de nuestro padre y pastor, el papa Francisco, nos ha pillado a todos por sorpresa. Lo que parecía una recuperación, su presencia el Jueves Santo en la cárcel de Roma o su participación ayer en la eucaristía de Pascua, animándonos a salir al encuentro de Cristo resucitado, era más bien una despedida. Francisco ha alcanzado esa meta y está con nuestro padre Dios.

S u partida de nuestro lado es un momento de dolor, pero es también momento de esperanza. Ha muerto en plena celebración de la resurrección de Cristo, de la Pascua en la que nos encontramos, saboreando esa buena noticia de que la muerte ha sido vencida por la resurrección de Cristo. Y esto nos ayuda a comprender este momento y a entenderlo como una llamada a la vida eterna. En esta esperanza le despedimos y a la misericordia de Dios encomendamos su eterno descanso.

Ha sido el gran profeta de la esperanza, el pastor de los pobres, el cuidador de los más débiles. Constante ha sido su preocupación por ellos; continuas, sus palabras y sus gestos. Gestos en favor de los más necesitados, migrantes, presos, sin techo, necesitados… Todos encontraron en Francisco el consuelo de Cristo, la mano tendida de Cristo y de su Iglesia.

Él ha querido que la Iglesia sea la casa de todos, Dios es padre de todos, en ella caben todos. Ha insistido en que sea sinodal. En la que todos se sientan parte activa, protagonistas de su vida, que sea una Iglesia enriquecida porque todos los cristianos se sienten protagonistas colaboradores en su crecimiento y así, llegué a todas las personas y a todos los lugares.

Ha sido el Papa que ha viajado hasta los confines del mundo para estar cerca de todos los cristianos, en especial de los que tienen más difícil vivir su fe. Ha compartido con ellos la alegría de creer, testimoniado el Evangelio.

Ha sido el Papa que nos ha convocado a caminar en esperanza, en este año jubilar que estamos celebrando. Es su última aportación a nuestro ser cristianos, vivir desde la esperanza que brota del corazón de Cristo traspasado en la Cruz.

Especial importancia ha tenido para mí porque él ha sido el que me ha llamado para ser obispo para formar parte del colegio episcopal como colaborador suyo y sucesor del colegio apostólico y, me encomendó el cuidado pastoral de esta querida diócesis de Tarazona. Se lo agradezco de todo corazón. Me siento ahora, más que nunca, llamado a ser el pastor que necesitáis, siguiendo el ejemplo de padre que ha dejado para mí el Papa Francisco. Cuando estuve con él a los pocos días de mi ordenación Episcopal, me hizo un encargo lleno de contenido, que estuviera cerca de todos. Es el legado más precioso con el que me quedo. Y ahora que ya no está entre nosotros, me encomiendo a su intercesión y protección.

Queridos hermanos, oremos con mucha esperanza por su eterno descanso. Pidamos a nuestro padre bueno que lo ilumine y a nosotros nos dé fuerza para seguir con fidelidad todo lo que nos ha enseñado.

Descanse en paz.

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