Este Martes Santo nuestra diócesis vivió una jornada profundamente espiritual con la celebración del retiro de sacerdotes y la tradicional Misa Crismal, dos actos que subrayan el valor del ministerio sacerdotal y la comunión eclesial.
La jornada comenzó a las 10:30 horas con el retiro espiritual, celebrado en la Casa de Espiritualidad Madre Ràfols. La meditación fue dirigida por Monseñor Atilano Rodríguez, obispo emérito de Sigüenza-Guadalajara, en un ambiente de recogimiento y fraternidad entre los presbíteros.
Ya por la tarde tuvo lugar la Misa Crismal en la Santa Iglesia Catedral, presidida por el Sr. Obispo, don José Antonio Satué, quien estuvo acompañado de numerosos sacerdotes, religiosos, laicos y fieles de la Diócesis. Durante la eucaristía se realizó la solemne consagración del Santo Crisma y la bendición de los óleos de los catecúmenos y de los enfermos, signos sacramentales del amor y la misericordia de Dios.
En su homilía, el obispo centró su mensaje en la caridad pastoral como eje del ministerio sacerdotal, dirigiéndose con especial afecto a los presbíteros: «Este es un día marcado por el sacerdocio de nuestro Señor Jesucristo, en el que todos participamos por el Bautismo, si bien el sacramento del Orden nos marca a los pastores de un modo peculiar». Citando a San Agustín, recordó que «el centro de la espiritualidad cristiana es el amor: Dios es amor», subrayando que ese amor se manifiesta en tres dimensiones inseparables: a Dios, a los hermanos y a uno mismo.
Además, el obispo exhortó a los sacerdotes a cuidar su salud física y emocional, reconociendo que el cuidado personal es también una forma de servir mejor a los demás. «Permitidme que os pregunte: ¿cuidáis vuestra salud?, ¿organizáis vuestro tiempo?, ¿cultiváis relaciones sanas y exigentes que os ayuden a crecer? Cuidaos, por favor», animó don José Antonio.
En su conclusión, citando a San Ignacio y a San Bernardo, reafirmó que el valor del ministerio y de la vida cristiana reside en el amor con el que se vive y se sirve: «Nuestro ministerio y nuestra pastoral vale lo que vale nuestro amor, un amor que se traduce en actos concretos de servicio y entrega». La Misa Crismal se vivió en un ambiente de unidad y esperanza en este Año Jubilar.