Opinión

Juan Ramón Royo García

Santidad en la diócesis de Zaragoza hace cien años

18 de marzo de 2025

El papa Francisco dispuso el pasado 16 de noviembre que, a partir de este año, cada 9 de noviembre (fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán), todas las Iglesias particulares, a partir del próximo Jubileo de 2025, están invitadas a recordar y honrar en una fecha única a sus santos, beatos, venerables y siervos de Dios. Partiendo de sus indicaciones, en la comisión permanente de la Conferencia Episcopal Española reunida los pasados 25 y 26 de febrero, la directora de la Oficina para las Causas de los Santos, Lourdes Grosso, presentó el proyecto “Recordar la santidad en la Iglesia particular” para elaborar unas Orientaciones que puedan ayudar a las diócesis en la pastoral de la santidad. 

En este contexto es bueno mirar hacia atrás, hacia los años veinte del siglo pasado. Para la diócesis de Zaragoza puede ser considerada la “década de los santos” pues en este periodo vivieron varios hombres y mujeres cuya santidad ha reconocido la Iglesia o está en estudio, aunque muy pocos murieron en nuestra ciudad. En 1925 hubo un Año Santo, que fue aprovechado por Pío XI para ofrecer, en el mes de mayo, una enseñanza sobre la santidad de la cual se hizo eco el Boletín Diocesano se hizo eco de ella en su número del 4 de julio (páginas 158-162) reconociendo que es una llamada universal para todos los fieles – “a todos se dirige el llamamiento para subir más alto, a donde puede subir la débil naturaleza humana, ayudada de la gracia divina, cuando es correspondida por la humana voluntad” (p. 162) y una muestra de la catolicidad de la Iglesia- “en estos momentos, en los cuales hay tanta división en los ánimos, engendrando insanos nacionalismos después de insanas enemistades, es oportunísimo el recuerdo de santos que iluminaron tantos países y tantos pueblos con la luz de su universal caridad” (ibídem).

Conviene, pues, recordar a nuestros diocesanos que vivieron entonces:

  • La venerable María Pilar Solsona, zaragozana de la parroquia de San Pablo (1881-1966), religiosa escolapia, ejerció diversos cargos en los colegios y en la provincia de Argón de su congregación creada en 1923, y durante un tiempo estuvo al frente del colegio Pompiliano de las Escolapias, establecido en la parroquia de Santa Engracia (diócesis de Huesca), fundad en 1923 y cuyo edificio fue inaugurado el 23 de marzo de 1925 por el obispo de Huesca fray Mateo Colom
  • La venerable Sor Teresita del Niño Jesús Pérez de Iriarte (1904-1954) ingresó en el convento de las Monjas Dominicas de Daroca el  18 de noviembre de 1924; se convirtió en novicia el 2 de julio de 1925 y profesó el 2 de julio de 1926, según el expediente conservado en el archivo diocesano de Zaragoza. Parece que hubo alguna irregularidad, porque en una anotación de la portada se dice que fue concedida la sanación de las profesiones simple y solemne por rescripto de la Sagrada Congregación de Religiosos de 15 de julio de 1938, ejecutado el 20 de octubre siguiente.
  • El venerable Hermano Adolfo Lanzuela, (1894-1976) después de ejercer como maestro en un colegio privado (1920-1922) ingresó en los Hermanos de las Escuelas Cristianas en 1922 y, salvo un periodo en Beasain (Guipúzcoa) entre 1928-1929, su vida estuvo ligada al colegio de Montemolín (enclavado en la parroquia de san Miguel de los Navarros), del que fue director entre 1924-1928. desde septiembre del año anterior hasta 1928.
  • San Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), que fundó el Opus Dei en Madrid en 1928, se ordenó sacerdote el 28 de marzo de 1925.
  • Santa Genoveva Torres Morales (1870-1925) vio el reconocimiento jurídico de su fundación, las Angélicas, con la aprobación de sus constituciones, el 5 de diciembre de 1925, y, seguidamente, hizo su profesión religiosa.
  • La venerable María Félix Torres (1907-2001), fundadora de la Compañía del Salvador, empezó a estudiar Ciencias Químicas en la Universidad de Zaragoza en 1925.
  • Buena parte de los beatos Mártires Claretianos de Barbastro ingresaron en 1925 en el postulantado de Alagón.

En 1926 se inauguró el convento de los Pasionistas en el barrio zaragozano de Casablanca (territorio de la parroquia de Cuarte)  por el que pasaron buena parte de los beatos mártires de Daimiel (Ciudad Real). 

  • En 1927 fue nombrado prior del convento de carmelitas descalzos de Zaragoza, situado en el barrio de las Delicias el zaragozano beato Pedro Tomás de la Virgen del Pilar Fortón Cascajares, que sería martirizad en 1936.

En esta década vivieron también en la capital aragonesa la beata María Pilar Izquierdo (1906-1946), con el tiempo fundadora de la Obra Misionera de Jesús y María, y los siervos de Dios Tomás Alvira (1906-1992) y Paquita Domínguez (1912-1994), esposos y miembros supernumerarios del Opus Dei.  

En 1929 murió la sierva de Dios Pabla Bescós Espiérrez, superiora general de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana desde 1894 y que dio un gran impulso a la congregación. En 1926 se abrió precisamente el proceso de beatificación de su fundadora, María Rafols Bruna (1781-1853).

No hay que olvidar a los religiosos y sacerdotes que murieron en la persecución religiosa de 1936 que vivían en esta época, unos ya beatificados y otros esperando el reconocimiento romano de su martirio.

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