Opinión

Antonio Aguilera

Hacia una Iglesia Sinodal

¿Qué pasará… y qué pasaría?

18 de marzo de 2025

Tras un mes luchando con la neumonía, el papa Francisco es en estos momentos el centro de las preocupaciones de la Iglesia. En todas partes se elevan oraciones por su restablecimiento y, como él mismo bromeaba, también hay quien organiza oraciones por su muerte.

¿Qué habrá hecho el Papa para que haya cristianos que teman su recuperación? Me imagino alguna de sus maldades: estar cerca de la gente, renunciar a pompas y boato, decir cosas que todos entienden, perseguir abiertamente a los que abusan de los demás, etc. son pecados imperdonables. Y, especialmente en los últimos años, se le ha ocurrido convocar al Pueblo de Dios para que diga cómo le gustaría ver a su Iglesia, a su parroquia.

Compréndalo, Santidad, eso es meter la boca en la cabeza del león hambriento. ¿Cómo pretende que los fieles opinen acerca de sus sacerdotes, de sus obispos, de su liturgia, de sus órdenes? ¿Cómo se le ocurre aprobar las muchas ideas que han llegado al Sínodo acerca de la igualdad de la mujer en el servicio del evangelio?

¿Qué pasará si muere Francisco antes de que fermenten los principios que han surgido del Sínodo de la sinodalidad? ¿Se apagará el rescoldo que aún humea y trata de brillar sobre los cambios reclamados universalmente para que la Iglesia salga del oscurantismo de siglos y consiga que cada cristiano se sienta orgulloso de pertenecer a la Iglesia de Jesús?

Por esa ventana abierta al mundo entrará un aire renovador. Porque ¿qué pasaría si un día no lejano vemos a una mujer presidiendo la eucaristía y a un cristiano arrodillado en un confesonario diciendo “me confieso, madre…»? ¿O a un seglar predicando? Y habrá obispos elegidos con la cooperación de los feligreses y gobernando con ellos. Y sacerdotes que no deciden los planes pastorales de su parroquia sin haberlo sometido a la aprobación del Consejo Parroquial. Y bautizados comprometidos con la misión de la Iglesia, que es evangelizar a los pobres de quienes es el Reino de los cielos.

Porque el documento final del Sínodo, con todo un lenguaje añejo, incomprensible y barroco, va dejando caer otras formas, otros horizontes y otras maneras de ser Iglesia con el evangelio en la mano.

Alguno se rasgará las vestiduras. Alguno se marchará lejos por no poder soportar el futuro. Pero el Espíritu iluminará a todos los que creen en Jesucristo y vendrán tiempos nuevos.

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